domingo, 28 de septiembre de 2008

El Acuerdo como Impulso

Durante esta semana los leoneses hemos asistido a un hecho inusual. Las tres fuerzas políticas del Ayuntamiento de León han apoyado, de consuno, un proyecto fundamental para la ciudad. El tan traído y llevado asunto del soterramiento del ferrocarril, pendiente desde hace años, tiene solución, está aceptada por todos y dispone de cuanto apoyo político se le puede proporcionar desde la capital. A este sorprendente y loable acontecimiento sólo cabe ponerle un borrón: la ignorancia demostrada hacia el otro gran ayuntamiento afectado por esta obra, el de San Andrés del Rabanedo. La subsolación del ferrocarril afecta, en proporción, tanto, si no más, a este núcleo emergente y fusionado ya con León.
Volviendo a la primera cuestión, el acuerdo entre grupos, es una noticia favorable para los intereses de la ciudad porque este compromiso sitúa la pelota en el alero del Ministerio de Fomento, de Renfe y de la Junta. Su respuesta a dicho requerimiento nos informará sobre la receptividad en Madrid y Valladolid hacia las soluciones convenidas en León. Para el PP leonés se trata de un éxito, pero también de un reto, porque ha de demostrar que tiene algo que decir ante Madrid, cosa que muchos dudan tras cinco años en los que no hay ni un solo metro de la autovía León-Benavente, apodada “la insólita”, o en los que nos hemos quedado sin AVE a Monforte de Lemos, puerta de Galicia. Para la UPL es un acto de valentía y sacrificio, y expone una clara voluntad de solución, puesto que Luis Blanco, uno de los hombres que mejor conoce el urbanismo de León, había redactado hace diez años, en Septiembre de 1991, una solución muy razonable: el Proyecto León 2002 Oeste, una de las mejores radiografías que se han hecho acerca del posible nuevo trazado del ferrocarril sobre la trama urbana leonesa. Sin embargo, UPL, siempre imprevisible, ha cedido en una parte de este proyecto para alcanzar el acuerdo. Por último, el PSOE leonés, desnortado y, por sistema, a la contra, ha sido capaz de superar los miedos al pacto, de olvidar aquel PDI de 1992, que redujo a cenizas el futuro de León, y ha iniciado, al menos aparentemente, una nueva trayectoria, divergente de aquellos 13 años nefastos para las infraestructuras de León.
En definitiva, los tres han ganado porque todos han sabido perder algo, aunque doliese. Tras esta lección se hace imprescindible dar algunas más. La solución urbanística a la zanja de la vía estrecha, el rejuvenecimiento de la población en el casco antiguo o el seguimiento de estas obras son objetivos que pueden venir a demostrar la fuerza del acuerdo como arma para el desarrollo de nuestra tierra.

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