miércoles, 8 de octubre de 2008

¿A Quién le Importa el Paro?

Hace unos días se hicieron públicos los datos sobre el porcentaje de paro provincial que, como cada mes, aporta el Instituto Nacional de Empleo. El comentario venía a decir que en León se reducía el paro. Un dato como éste hace concluir a muchas personas que el empleo ha crecido y que León va bien. Nada más falso. Desgraciadamente, la cifra en sí misma no dice nada. Si el paro desciende puede deberse a una importante emigración de leoneses. También es compatible con un mayor número de jubilaciones frente a un escaso número de nuevos empleados, pero suficiente para absorber a buena parte de los parados. En cualquier caso el guarismo del INEM, cuya ceremonia de presentación cada mes constituye la dramatización de un supuesto progreso basado en un truco semántico, es poco relevante a la hora de saber el avance de una economía hacia el bienestar.
Completada, como cada año, la tabla sobre la evolución del empleo con los datos de población activa ocupada (III-T 1981-2000) en cada provincia española, los números de León no pueden ser más desalentadores. En un entorno español de importante crecimiento León perdió 7.000 empleos respecto al año anterior. En una lectura más profunda podemos decir que, si en las dos mayores ciudades de la provincia se está creando empleo neto, la traducción de esta cifra es que las zonas periféricas asisten a un derrumbamiento laboral sin precedentes. Extensas áreas de nuestra tierra ven desintegrarse la estructura social que las mantiene habitadas, con todo el perjuicio que eso origina en el resto de la provincia. León fue la demarcación con mayor decaimiento en la autonomía los últimos veinte años, y también en los diez. Sólo Lugo y Orense han evolucionado peor que León en España durante el veintenio finisecular. Si sólo consideramos el decenio, León ocupa el penúltimo lugar.
Los leoneses están cabreados y es lógico. Algunos se preguntan cuánta paciencia nos queda para empezar a resultar incómodos a esa sucesión de hombres muelles que se afanan en transmitir tranquilidad desde los despachos y las ruedas de prensa. Todavía hay quien dice -lo leí la semana pasada- que la situación de León no es extrema; que no es necesario un plan de choque. En el coloquio de la calle las aserciones son menos cómodas. Se puede afirmar atendiendo a los datos, que son el criterio más objetivo y menos discutible, que la gestión del estado, la de la autonomía y la de la diputación con León en estos dos decenios han sido un desastre. Como en ellas siguen, aproximadamente, los mismos señores -hasta los renovadores huelen a rancio-, esos que tanto acusan de “victimismo”, esperamos que de algo haya servido tan lento aprendizaje. Vivir para ver.

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