jueves, 3 de noviembre de 2011

El Nuevo Alcalde de León

Las elecciones de mayo trajeron un nuevo alcalde a la ciudad legionense. Emilio Gutiérrez, que no se fue de vacaciones en verano, cumple un periodo de tiempo al frente del consistorio que permite hacer unas primeras valoraciones. Sirva también, si nos escucha, como retroalimentación de cómo percibimos los ciudadanos su gestión.
Personalmente creo que debe destacarse un punto fuerte y otro débil. El punto fuerte parece radicar en su constancia, rigor y seriedad. Gutiérrez parece un tipo entregado a su trabajo y poco proclive a perderse en florituras y saraos más cercanos al teatro que a la política. La ciudad necesitaba a alguien así porque la imagen de desorden que transmitía el ayuntamiento -capaz de anunciar grandes inversiones como el palacio de congresos, pero incapaz de mantener presentables los jardines- así lo requiere, especialmente en tiempos de penuria económica. Indudablemente hay medidas discutibles, como la reversión de Fernández Ladreda, pero el rigor y la constancia son en sí mismos ejemplarizantes y dignificadores de la institución.
El punto débil de Gutiérrez es la falta de notoriedad, producto de una reducida capacidad oratoria, o de escasa creatividad o, directamente, de falta de ambición, no lo tengo claro. León es una ciudad de 200.000 habitantes dividida sin sentido en varios entes municipales que, finalmente, lidera el alcalde de León. Una urbe de esa entidad debe tener objetivos claros, presencia en los medios y una marcada relevancia en el marco nacional. Gutiérrez debe resolver esa carencia por él mismo o a través de alguien que actúe como altavoz. La ciudad necesita esa resonancia y el alcalde, si es riguroso, subsanará la falta.

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