viernes, 26 de octubre de 2007

El Río Estatutario

Como es bien conocido, hace unos meses el Presidente Herrera habló de acometer la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, al hilo de lo que iba sucediendo en otros entes. De la posibilidad de incluir el título de “capitalidad autonómica” para Valladolid –que no existe oficialmente-, pretendida por los populares pucelanos, se pasó a la petición de reconocer más expresamente la existencia de dos regiones -que se halla ambiguamente reflejada en la redacción actual del documento- y de incorporar la lengua leonesa como patrimonio, ambas a propuesta de leoneses. Tras unos primeros lances de declaraciones cruzadas, el PP pareció recular de su iniciativa reformadora.

Sin embargo, ya era demasiado tarde y los otros partidos se pronunciaban a favor de un proceso de reforma inmediato. Ante lo irremediable, el PP manifestó que no hay prisa y se preparó para enlentecer el proceso. Fue entonces cuando el PSL pisó el terreno de la UPL al reivindicar la lengua leonesa, la consideración de dos regiones y la petición de una mayor relevancia de León en el ente.

La UPL parecía descolocada, pero sus juventudes rompieron la estrategia socialista realizando una petición abiertamente leonesista e iniciando un proceso de elaboración estatutaria. El trío director de los leonesistas pareció reaccionar entonces y empujó al partido al surco abierto por Conceyu Xoven, lo que finalmente dejó fuera de sitio a los socialistas.

Poco después fue el PP el que comenzó las conversaciones con partidos de oposición. Tras la primera ronda pareció existir un acuerdo entre los populares y los socialistas para pactar el proyecto, labor que ya parece estarse realizando. Cabe preguntarse qué gestiones al respecto habrán hecho los líderes leonesistas para participar en el proceso que definirá el texto base del estatuto reformado.

En este sentido, parece ser que la pasividad del trío rector, así como ciertas filtraciones de la propuesta estatutaria de la UPL a la prensa, y algunas declaraciones sobre la estrategia de pactos habrían colmado la paciencia de buena parte de la militancia leonesista. Con tal motivo se habría advertido en los órganos directivos de UPL de que no existe tolerancia alguna para aceptar “el chemarismo sin Chema”.

Parece, por tanto, que la UPL está madurando con el debate estatutario y que no permitirá las veleidades personalistas de otros tiempos. La propia formulación de un estatuto de autonomía, bajo el que subyace un plan de ruta para aterrizar en el Consejo General del Reino de León, es un signo de esa transformación.

Queda por ver si el PP será capaz de acometer la renovación estatutaria bajo la premisa del diálogo. Una reelaboración autista del documento oficial, sumado a otro alternativo, pero leonesista, alejaría León y Valladolid aún más.

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