Dicho desapego se ha traducido en un notorio desconocimiento de lo que acontece en el área, que asiste a la desatención y a la falta de buen criterio institucional con una preocupante postración. Pocos conocen las causas de las decisiones clave que están marcando el devenir de ese rincón montañoso, lo que enclaustra a la gente en una peligrosa espiral consistente en que menos se quiere saber cuanto menos se sabe. En esa circunstancia, las decisiones quedan frecuentemente en manos del interés particular, algo que puede condenar las perspectivas económicas por largo tiempo.
Sorprende que ante esta evidencia se haya llevado su nivel de desarrollo humano al lamentable estado actual.
Por ejemplo, conviene potenciar la imagen del Parque Nacional de los Picos de Europa, mayoritariamente leonés, porque si hay un lugar incardinado en sus entrañas, ése es Valdeón. Además, la desacertada idea de crear un Parque Regional con idéntica denominación, abarcando zonas que poco se parecen a los Picos de Europa, no hace sino confundir a los visitantes y aún a los propios habitantes. Es necesario diferenciar ambos espacios y recoger por separado sus principales recursos naturales y paisajísticos.
Por otra parte, no es lógico que quienes han de informar al visitante, los montañeses, no tengan claro qué puede interesar a quien llega de fuera. Nadie se lo ha explicado hasta ahora. Hay que valorar más el capital humano local. Otro aspecto crucial es la recuperación de elementos arquitectónicos propios, que permitan crear en
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