Un paseo pormenorizado por las calles del Barrio Húmedo capitalino nos permite descubrir una zona de la trama urbana de la capital diferente; un lugar que se va descolgando de la normalidad que disfruta el resto del casco urbano. Mientras la ciudad se apresura a remozar la cara, este pedazo de intrahistoria local se debate entre las decisiones municipales tenues, la despoblación y la ruina. La gente no quiere vivir en él. Buena prueba de ello es la escasa acogida a la compra de aparcamientos en el nuevo recinto de
Este barrio, devenido en una masa de barines, ruina y viejas casas, habitadas por sufridos ancianos con alquileres de renta antigua, ha intentado sobreponerse a las circunstancias con el desarrollo de nuevas edificaciones; algunas de horrenda factura y otras diseñadas con más gusto. Aún así la gente más joven ha preferido lugares donde el decibelio y la alcoholemia desmedidos fuesen más acotados. La gente no pretende prodigios para localizar su vivienda: supermercados, bancos, aparcamientos, cierto cuidado estético en las calles, una densidad razonable de negocios hosteleros o medidas de control de las actividades molestas, son algunos pilares para dar vida a la trama urbana. Aunque en el “Húmedo” faltase alguno, serían muchos los leoneses que residirían gustosos, pero no resulta aceptable la ausencia de casi todo. Días atrás el Ayuntamiento comunicó el desarrollo de un nuevo plan, financiado con fondos europeos, para reactivar la zona. Las claves del programa serán desveladas tras un estudio. Sin embargo algunos elementos de actuación prioritaria son tan evidentes que la autoridad municipal podría empezar a tomar medidas. La vigilancia estricta del estruendo, el descenso progresivo de la densidad de bares hasta valores algo por encima de otras zonas de la ciudad y su localización sólo en ciertas zonas son soluciones para las que no hay que discurrir mucho. ¿Habrá valentía para no posponer tales decisiones?
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