Más allá de otras cuestiones, el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía en Castilla y León permite a los ciudadanos evaluar el grado de compromiso de los políticos con la circunscripción electoral leonesa, a la que representan. El debate, al que no le queda mucho tiempo –tres o cuatro semanas si no hay novedades-, se encuentra en una fase avanzada, pero aún podría introducirse alguna enmienda.
Uno de los aspectos que más patente ha quedado es la diferente percepción del problema leonés que existe en León y en Valladolid. La causa es la consigna de
Sobre la posición del PP en León ya nos extendimos hace días y no parece que se estén operando cambios. La desconexión de los populares con la sociedad leonesa es creciente. Si no se produce un cambio de personas o de ideas, parecen encaminarse a un declive continuado a medida que se vayan sustituyendo las capas de votantes más fieles y mayores. El motivo es que su oferta mira más hacia Valladolid y Madrid que a León.
En cuanto al PSOE, está atravesando un periodo de reequilibrios, puesto que los responsables de perder las elecciones de los últimos años, los vallisoletanistas, se resisten al relevo. El núcleo proleonés va ganado adeptos, aunque con lentitud. Además la postura ambigua de su secretario provincial desconcierta a todos.
El apoyo expreso de la ejecutiva provincial a la birregionalidad propuesta por Fernández para el estatuto no es más que un gesto estéril si no se complementa con mociones municipales en cada uno de los ayuntamientos donde los socialistas tienen la mayoría. En resumen, los socialistas deben confirmar si tienen un proyecto para León o son como los populares.
Por su parte,
No obstante algunos miembros de
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