Los conocimientos que tienen la mayoría de ellos acerca de lo que debe ser el funcionamiento de la administración es rara vez notable y nulo con gran frecuencia. De todo ello se colige que la mayor parte de los candidatos, individuos normales, acceden a puestos de responsabilidad en las juntas vecinales, en ayuntamientos y hasta en
Las consecuencias de este persistente fallo se evidencian continuamente: diputados que desconocen lo que
No se entiende cómo es posible que, después de treinta años elección tras elección, sucedan los mismos despropósitos sin que nadie se implique para remediarlo. Por ello hay que reivindicar soluciones para cubrir dicho vacío con medidas que, adaptadas a las peculiaridades cisastures, permitan combatir la perniciosa ignorancia de quienes aspiran a regir legítimamente los destinos colectivos, pero sin estar suficientemente preparados.
La más importante debe ser formativa. En esa línea se podría crear una escuela provincial que mostrase las más básico de la gestión institucional: las competencias, los procedimientos y las obligaciones. El paso por estas aulas debería ser obligatorio para todos los aspirantes a un puesto político tras su elección o nombramiento en puestos de confianza, pudiendo realizarse cursos de recordatorio o de iniciación, según la experiencia.
Por otra parte, dada la singularidad institucional de León, donde los concejos han regido la mayor parte de la vida pública durante siglos, se debería impartir en la escuela secundaria nociones básicas de su historia, funcionamiento y papel que desempeñan en la actualidad. Puesto que cualquier joven puede llegar a ser alcalde pedáneo o vocal hay ciertos conceptos que debería asimilar. La convivencia, el trabajo en equipo, la propiedad común, el respeto a los derechos individuales y las obligaciones con la colectividad constituyen una educación autóctona en valores universales que ayudaría a comprender nuestra forma de integrarnos en lo global.
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