En los últimos meses hemos podido seguir en los medios el debate sobre la calidad de la educación que reciben nuestros estudiantes. A través de algunos cursos he podido pulsar personalmente el acceso al conocimiento de nuestros jóvenes. Por ello no me resisto a apuntar brevemente algunas consideraciones generales.
En primer lugar, hay que poner de relieve que el actual diseño educativo es acertado en un aspecto: la educación para la paz y la tolerancia. No se puede comparar la actitud de los chavales actuales con la de las generaciones anteriores a
Por otra parte, cuando se pone a prueba el conocimiento geográfico o histórico de
Un último aspecto a reseñar es el de la irresolutividad. Los chicos se han acostumbrado a no decidir, porque apenas les aporta algo positivo. Gran parte de sus problemas estarán resueltos en cualquier caso. Frente a esa pasividad se percibe el deseo de adoptar algunos referentes fuertes que estructuren su vida con valores claros. Es el conflicto entre la tolerancia y la solidez de la jerarquía de valores.
En definitiva, la metodología educativa actual es útil para formar hombres de bien, pero ineficaz para crear personas cultas y resolutas. Además, es injusta porque concentra la cultura en pocas cabezas y se apoya en el apadrinamiento intelectual. Se hace así imprescindible una reformulación que salve los avances y destierre las carencias del actual método educativo.
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