Mucho se ha escrito sobre las elecciones generales del pasado Domingo. Sin embargo, la convocatoria más extraña de la democracia, mediatizada por el suceso terrible del atentado de Madrid, tiene algunas otras lecturas, y León ofrece parte de ellas.
El resultado general no ha venido dado tanto por la caída del PP (setecientos mil votos) como por la ascensión del PSOE (tres millones de votos). Los electores que ha sumado el socialismo proceden del descenso de la abstención en nueve puntos (dos millones ochocientos mil votos) y del trasvase desde otros partidos, en menor medida. Es decir, que se puede afirmar más acertadamente que ganó el PSOE que decir que perdió el PP. A partir de ahora los populares verán reducida su repercusión en los medios y sufrirán el relevo de muchos de sus altos cargos en las instituciones, por lo que cabe prever su progresivo declive. Se da el caso de que es la primera vez en la historia de la democracia en que un partido tiene mayoría en el Congreso y otro en el Senado. Las implicaciones de esta circunstancia aún son una incógnita.
Sólo ERC, el PNV y
En León se matizaron los resultados: el PP bajó, aunque menos, relativamente, que en el total nacional (-4.000 votos). El PSOE, que ganó 53.000 votos, arrancó a
Finalmente IU se desliza hacia la marginalidad con un descenso que parece, convocatoria tras convocatoria, imparable. Los próximos comicios, si no cambian las tendencias, podrían ser definitivos para su continuidad en León. Sería una pérdida lamentable para la democracia.
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