La semana pasada se ha producido el desenlace de la situación de incertidumbre que el fin de las operaciones de la empresa Lagun Air había originado en el Aeropuerto de
El nuevo director del aeropuerto, Rafael Escobar, ha comentado con acierto que la crisis de una compañía no es la crisis del aeródromo y que deben ser los leoneses los que definan la viabilidad de esa infraestructura con su uso. No es menos cierto que a partir de ahora los dos operadores en el mismo deberían competir en estricta igualdad. Ni el Aeropuerto de
Los empresarios locales que han optado por entrar en el negocio aéreo merecen una felicitación y unas palabras de ánimo por el riesgo que asumen, seguramente, a instancias de otros. Es una actividad nueva para ellos y radicalmente diferente de la realizada hasta ahora por sus empresas. Parten con elementos muy positivos, como una plantilla formada y papeles en regla, así como el contrato con el Consorcio, lo que da operatividad inmediata al nuevo proyecto. Los datos del rendimiento de las rutas ofrecidas hasta ahora también permitirán una rápida toma de decisiones.
Sin embargo la catadura del competidor asusta. Iberia, a través de su brazo de vuelos regionales, Air Nostrum, acaba de amenazar con abandonar los vuelos desde Parayas, en Santander, por la implantación en el mismo de Easy Jet, uno de los competidores de bajo coste que más daño le hacen. Actuaciones como ésta o la subida de las tarifas desde León tras desaparecer los vuelos de Lagun Air confirman que los abusos de su posición dominante son frecuentes en la compañía valenciana.
Por esta razón el nuevo equipo empresarial debería escoger una estrategia de precios bajos, que impidan la posibilidad de un diferencial grande con los de Air Nostrum, al menos de entrada. De lo contrario será muy difícil la supervivencia de la compañía ahora leonesa.
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