Merece la pena, más que hacer balance, valorar el año entrante; especial por las oportunidades e incertidumbres que acumula para León.
En su comienzo concluye la legislatura de Zapatero y, dado que objetivamente se ha ocupado de León como ningún otro presidente hasta ahora, el resultado de las elecciones generales es de singular interés. Si Zapatero gana cabrán nuevas visitas del jefe del Gobierno de España, consejos de ministros, proyectos de ámbito nacional y una presencia mediática cisastur notable. El pacto de gobierno en el Ayuntamiento capitalino proporcionaría un tinte leonesista en las medidas que se adoptasen. De UPL dependerá explotar esa oportunidad.
De otro lado, aparecen instituciones que poco aportan y mucho restan a los leoneses. Es el caso de
Sin nada que contrapese los efectos de esa abulia autonómica, León volvería al declive. El PP local continúa en la irrelevancia para sus jefes y es poco reivindicativo.
En otro orden, será menos previsible la evolución de la economía por el parón del mercado de la vivienda. Probablemente el ascenso de la actividad industrial -acompañando a la exportación- y el descenso de las importaciones -por la bajada del consumo- van a transformar el modelo de crecimiento español. Su incidencia en León dependerá de que su economía conecte con el torrente general. El papel de Zapatero como impulsor, y el del leonesismo como guía serían cruciales en ese trance.
Por último, el alto precio de los alimentos afectará negativamente a Europa. Sin embargo en León puede propiciar un renacimiento de la actividad agraria, empujada por los regadíos nuevos y los renovados.
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