La vida pública de la ciudad de León vive estos días el debate sobre la conservación de los restos de unas edificaciones romanas aparecidos en el entorno de
Sabemos que la ciudad de León nació como campamento militar romano. Hasta ahí todo parece, si se quiere, vulgar porque de la herencia romana está España sembrada. Sin embargo las cosas toman otro rumbo cuando consideramos que éste constituyó el mando militar de Roma en
Dentro de aquella extraordinaria base militar, existían muchas edificaciones; las más para la abundante tropa y, por encima de todas, aquella que reunía el alto mando, el tesoro y las estatuas sagradas, entre otras cosas. Los restos de esta última dependencia es lo aparecido en el solar del litigio.
Como ya escribimos en otra ocasión, la urbe leonesa cuenta con dos momentos de fulgor: el romano y el medieval. En la actualidad atraviesa una etapa en que, tras la transformación modernizadora propiciada por el tándem Amilibia-Vallejo, es necesario recuperar esas raíces y fomentar su elogio. Hasta ahora, el proceso de reurbanización del casco antiguo ha dejado prácticamente devastado el patrimonio arqueológico. Concretamente, de lo romano no queda casi nada, lo que induce a pensar que la comisión de patrimonio, desautorizada por los resultados, no sirve con su actual configuración.
Hay que entrar en un nuevo tiempo y cambiar esta dinámica. Musealizar los “principia”, explicar las termas y las puertas del recinto -en la oculta cripta de Puerta Obispo-, mostrar las estructuras urbanas -en Cascalerías-, y contar cómo era el cuartel legionario y sus defensas -en Santa Marina y a lo largo de la muralla- abre valiosas posibilidades a esta ciudad. Si León ha de completar su modernización debe integrar estas áreas con un proyecto de prestigio.
Complementariamente habría que redescubrir para el público el complejo constituido por la base militar (León), el centro administrativo (Astorga) y la enorme mina de oro (Las Médulas, los canales de
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