Recientemente ha tenido lugar una nueva convocatoria de
Los productores alimentarios leoneses han realizado una notable inversión para mejorar su diferenciación y capacidades competitivas. Sólo así se puede comprender que esta Provincia sea la que más indicaciones geográficas protegidas (IGP) registra de
Sin embargo, el impulso comercial que propicia la calificación del producto a través de estas agrupaciones (denominaciones de origen, y otras figuras de protección y caracterización) no está siendo plenamente aprovechado. Pese a la existencia de un extenso sector hostelero, que ha mejorado enormemente la calidad de su atención y gastronomía en los últimos años, existe un reducido grupo de establecimientos haciendo trampas. Se trata de restaurantes en cuyas cartas se ofrece “Cecina de León”, “Puerros de Sahagún” o “Botillo del Bierzo”, por poner algunos ejemplos, pero que no compran producto certificado alguno.
Hay que tener en cuenta que la integración de un fabricante en una IGP supone que asume unas medidas de calidad. Además, implica que se somete a la inspección de cierto organismo para garantizar un producto con el perfil adecuado. En consecuencia, quien no se integra en una IGP lo hace porque no cumple los requisitos y, por tanto, su producto es de calidad inferior o diferente. En otras palabras, quien produce, por ejemplo, “Pimiento de Fresno” y luego no se somete a las reglas de
Pero, como decíamos, el círculo del comercio ilegítimo se cierra al encontrar establecimientos hosteleros ofreciendo viandas de las IGP, los cuales no pueden justificar su compra previa. Esa actuación, que atenta contra los intereses del mercado, tendría que ser prevenida, perseguida y castigada. En definitiva, sería conveniente plantear la auditoría de establecimientos para detectar aquéllos que, engañando al cliente, no sirven los productos de las IGP que ofertan, aunque cobran como si lo hiciesen.
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