viernes, 1 de enero de 2016

PUEBLOS Y TRENES

Se suceden las protestas por el recorte del servicio ferroviario en los pueblos a partir de la llegada de los trenes veloces. Es un hecho que una de las principales ventajas que ofrecen esos convoyes frente al tráfico de carretera es la rapidez en el traslado. Si paran con frecuencia pierden competitividad y atractivo. Por eso se van eliminando paradas intermedias. También se eliminan por la falta de demanda, ya que son muchas las estaciones y apeaderos rurales que ven pasar las horas y los días sin viajeros. Sin embargo los mismos habitantes que no usan el tren reclaman el mantenimiento del servicio ferroviario. En la eliminación de paradas se mezclan así una cuestión de coste con la incoherencia de ciudadanos que reclaman un servicio que no usan. Lamentablemente muchas fuerzas políticas hacen de la causa puro populismo al defender paradas que acaban con el atractivo del tren. Es la reclamación sin aportar datos de demanda lo que desautoriza a quienes piden trenes para los pueblos. Las cifras son claras. En el área metropolitana y la zona hasta 20 kms alrededor de León ciudad viven 230.000 personas. En la de Ponferrada, 100.000. Si sumamos Astorga, Sahagún y Bembibre, hay 50.000 personas más. Es decir, con 5 paradas se da buen servicio 380.000 personas de las 470.000 que viven en la provincia. Otra cosa es garantizar un servicio de transporte pueblo a pueblo, que esta debe ser la batalla ahora. Pero para eso está la carretera, en una provincia que, nos guste o no, se despobló fuera del ámbito urbano y periurbano. Hay garantizar la movilidad y se debe negociar mejor los desplazamientos a la demanda para evitar recorridos largos. Eso sí tiene un coste asumible y es de pura justicia social. Esta tierra no puede seguir mirando la realidad con el retrovisor. León hoy no es el León de hace 20 años. Tenemos la mayor parte de la población en dos aglomeraciones y hay que pensar en una provincia a dos velocidades: una parte poblada y otra semidesierta. La cuestión es garantizar los servicios a todos. Sin embargo los medios ya no pueden ser los mismos porque no tiene sentido que así sea. Hay que dar la misma calidad con diferentes recursos y la diputación debe jugar un importante papel en esa transformación. Pero es fundamental que los políticos dejen de hacer el papelón pidiendo trenes en pueblos sin viajeros, por ejemplo. Hay que buscar cómo podemos proporcionar buenos servicios, que pueden incluso ser personalizados en las zonas más despobladas. Y además tendrán un coste mucho más razonable que cosas como el tren.