miércoles, 27 de febrero de 2013

Ayuntamiento e Inactividad Cultural

León es una ciudad conocida por su sorprendente actividad cultural. Hay muy pocas ciudades en España de las dimensiones de ésta que se puedan comparar en convocatorias musicales, conferencias, presentaciones de libros, coloquios, recitales poéticos, concentraciones folclóricas, exposiciones y toda especie de agitación que entrañe despliegue de las artes y de la razón. Sin embargo la entrada del actual equipo de gobierno ha apagado buena parte de esta actividad. Si bien es cierto que la reducción de ayudas públicas ha propiciado el languidecimiento de la marea cultural leonesa, no es menos cierto que el ayuntamiento no se lo pone fácil a quienes desean desarrollar sus iniciativas. Es cierto que la falta de recursos por la política de ahorro impide cofinanciar muchos actos culturales, pero tampoco deja de serlo que el ayuntamiento es titular de numerosas instalaciones en las que las iniciativas populares pueden ser acogidas; instalaciones que, por otra parte, son de todos los leoneses. Si una cosa es no subvencionar, otra es obstaculizar o prohibir el uso de esos edificios. El ayuntamiento leonés debiera plantearse que, ante la escasez de recursos, haya que abrir las puertas a todo aquel capaz de organizar un acto de agitación cultural en la ciudad. Se echa en falta que quienes rigen las concejalías no inviten al mundo asociativo y a quien pudiera acercarse a la institución a hacer uso de cuanta instalación esté disponible. Y ya que no ayudan económicamente, al menos que no cobren por dicho uso. El ayuntamiento no se puede convertir en una gestora de espectáculos a comisión. De lo contrario, cuatro años con esta forma de hacer de la alcaldía pueden ser devastadores para una ciudad que fuera famosa en años anteriores por su ambiente de calle, por la calidad de su ocio y por su oferta de entretenimiento. El equipo municipal tiene que salir de la retórica de la crisis y poner a disposición de quien lo necesitare sus recursos, que son personal y locales, que van a estar ahí en cualquier caso. No todo se justifica con un “no tenemos dinero”. No se puede permitir la reducción de León a la categoría de pueblón.

martes, 19 de febrero de 2013

Treinta Años de Bobadas

Dicen en la Junta que se van a cumplir treinta años del estatuto de autonomía de Castilla y León y que hay que alegrarse. Dicen que los ciudadanos tenemos que tener más sentimiento de pertenencia a la autonomía. Otro ha dicho también que había que eliminar las provincias porque el espíritu provincialista va contra el espíritu autonómico. Dicen también que el que no tenga sentimiento autonómico es un aldeano, una persona sin mirada amplia. Como son tan listos, quizás convenga aclarar algunas cosas. En León no hay nada que celebrar con el estatuto. Los números son demoledores: León cuenta con 494.451 habitantes (padrón municipal de 1 de enero de 2012). 523.607 había en 1983, según la Junta. Se perdieron 30.000 habitantes. En 1983, cuarto trimestre, había 163.700 trabajadores según la Encuesta de Población Activa. En el tercer trimestre de 2012 quedaban 158.100. Si se tiene en cuenta que España pasó de 10.689.000 a 17.320.000, entonces podemos concluir que ha sido un desastre. Y si a eso le añadimos que Valladolid pasó de 124.500 trabajadores ocupados a 227.300, podemos deducir que nos están tomando el pelo. En esas condiciones no se puede tener sentimiento de pertenencia a la autonomía porque sería de imbéciles. La autonomía no ha proporcionado nada mejor que lo que hubiese sido cualquier otro camino: autonomía uniprovincial, triprovincial, con Asturias o colonia de Portugal, que tanto iba a dar. La opción Castilla y León ha sido malísima, y así lo reconocen los empresarios y los ciudadanos a pie de callle. Se ve que estos señores de Valladolid la pisan poco. El señor de la oposición que aboga por liquidar las provincias aún no se ha enterado de que son el modelo más eficiente de las instituciones del país, pero con elección directa de los ciudadanos, como se ha visto en las autonomías uniprovinciales, las mejores en evolución económica. Y, por último, a todos esos poderosos que llaman aldeanos a los que acogen sentimientos de pertenencia antiguos y que ellos no comparten, llamarles en este 30 aniversario fascistas. Por el camino del adoctrinamiento ya transitaron otros con un turbio lugar en la historia.

martes, 12 de febrero de 2013

Los Aeropuertos y El Futuro

El anuncio de que Ryan Air elimina dos vuelos de Valladolid por finalizar las subvenciones que recibían situará en cifras realistas los tráficos de este aeropuerto. Aún quedan vuelos sostenidos por dinero público, pero en menor medida. Este proceso de reducción de las ayudas públicas es positivo para que se permita el desarrollo de un tráfico aéreo libre de subterfugios. Y esto, que en otro tipo de transporte sería imposible, es así porque el coste de los aeropuertos es bajísimo. Otra cosa es que en Madrid y Barcelona se hayan hecho obras faraónicas cuya deuda atenaza a AENA. Sin embargo el resto de los aeropuertos civiles, sin excepción, están plenamente justificados y habría que aspirar a que cada ciudad de más de 100.000 habitantes tuviese uno a menos de 100 kms. La red de aeropuertos forma parte de la malla básica de interés general, como el AVE, que desde el punto de vista económico es un disparate, o las autovías, mucho más caras que los aeropuertos. Es necesario liberar el sector permitiendo que crezcan multitud de compañías regionales que operen con los mínimos costes, dejando de lado los oligopolios que se mantuvieron de manera interesada. León, Avilés, Salamanca, Badajoz, Burgos, Valladolid o Vitoria tienen su hueco. Los aeropuertos regionales requieren estructuras de personal muy ligeras para garantizar su operatividad y nada debiera impedir su despliegue. Los más de 160.000 pasajeros –más que el ALVIA en su mejor registro- del aeropuerto de León en 2007 nos dan la medida del objetivo a alcanzar. Los malos gestores al frente del consorcio deben ser sustituidos. El aeropuerto tiene elementos diferenciales que pueden ser ventajas que se traduzcan en tráfico, como la altura sobre el nivel del mar o el embarque y desembarque rápidos. Hay que poner gestores capaces de colaborar con la dirección del aeropuerto para que recobre y supere la actividad de hace 5 años. Y debe quedar claro que a los leoneses tener un aeropuerto en Valladolid u otro en Avilés ni les aporta ni les ayuda gran cosa. A ver si somos capaces de quitarnos la boina para siempre y mirar al futuro de una economía moderna.

martes, 5 de febrero de 2013

La León-Braganza y los Pusilánimes

En 2009 leoneses, zamoranos y trasmontanos conformaron la asociación para reivindicar una vía rápida transfronteriza entre León y Braganza. El acuerdo fue general: técnicos, particulares, instituciones, autoridades y asociaciones se integraron rápidamente. Como se documentó desde entonces, este corredor vendría a completar la malla básica de transporte de mercancías del noroeste con un notable aumento de valor para toda la zona. Para Gijón es una puerta crucial a la autovía del mar que une su puerto con el de Nantes. Para Oviedo y León abrirá el mercado portugués, que está muy cerca, pero es un coto vedado por la inexistencia de comunicaciones. Para La Bañeza y Puebla de Sanabria es una posibilidad de atraer nuevos viajeros y empresas, y de completar su oferta turística. Para Braganza supone enlazarse con la ciudad española grande más cercana y abrir un nuevo corredor de mercancías y viajeros. Para Oporto y su área supone completar una nueva ruta logística en el norte de Portugal –hoy un fondo de saco- con destino a Nantes. Los beneficios para todo el noroeste son tan evidentes que cuesta creer que se infravaloren e incluso se ignoren. La asociación que defiende la vía rápida comprende que en este momento es prácticamente imposible acometer la obra y así lo ha manifestado públicamente. Sin embargo es fundamental que dicho corredor esté presente en los documentos de planificación, en los mapas donde se define qué obras se acometerán cuando salgamos de la crisis. Así lo ha hecho llegar a los políticos autonómicos y, más concretamente, al consejero de fomento y al presidente autonómico, al igual que a los procuradores por León. La respuesta de los populares ha explicitado una falta de compromiso con cualquier cosa que no sea Valladolid, como es el caso, que hiere las sensibilidades más aceradas. Sólo se les pide que tramiten su inclusión en los planes del ministerio, pero la boina no les deja ver la trascendencia de lo que se les propone. Sólo tienen ojos para Valladolid. Habría que preguntarse cómo es posible que los leoneses en la corte hayan llegado a estar dominados por pusilánimes. ¿O fue un descuido?