sábado, 26 de abril de 2014

LEÓN, PENSIONES Y TRABAJO

Se comenta con cierta frecuencia que León es una tierra de jubilados porque hay una cifra desproporcionadamente alta de este grupo de ciudadanos. Con ello se da a entender que en esta provincia trabajaba mucha más gente de la que hoy lo hace. Sin embargo, cuando acudimos a las estadísticas comprobamos que esa afirmación no es cierta. Si tenemos en cuenta que la esperanza de vida está en 80 años en números redondos y que los pensionistas lo son desde los 65 años aproximadamente, podemos razonar de esta manera. A 1 de marzo de 2014 había 142.000 pensiones contributivas en la provincia de León. Admitamos que éstas han de proceder de quienes se jubilaron mayoritariamente hasta hace unos 15 años. En marzo de 1999 había 143.000 cotizantes a la seguridad social en León. Esto supone que todos esos cotizantes tendrían que haberse jubilado hasta hoy, en sólo 15 años, y además sólo podrían haber fallecido 1000 en ese periodo. Como eso es imposible hay que concluir que es mucha la gente que, después de años de trabajo en otras provincias, vienen a León a residir. En consecuencia, León es una provincia muy atractiva para venir tras la jubilación. Cabe hacerse la pregunta sobre si el sector de servicios geriátricos recibe la atención que merece en nuestra tierra. El segmento de ciudadanos jubilados es comparativamente muy importante en León y reúne un poder adquisitivo nada despreciable, puesto que hablamos de pensionistas que han cotizado previamente para tener esta remuneración y que, por tanto perciben más que los pensionistas asistenciales. Pensemos que en Valladolid, con 40.000 habitantes más, hay 35.000 pensionistas contributivos menos. De la misma manera podemos ponderar la importancia de este sector si lo sumamos al de cotizantes actuales a la seguridad social. De ello resulta que en León hay 289.000 personas que reciben una remuneración de carácter no social. En Valladolid son 296.000, sólo 7.000 más, que es la diferencia de empleados al servicio de la administración pública entre Valladolid y León según el último boletín del ministerio del ramo. En conclusión, cuando se habla despectivamente de que León es una tierra de jubilados, se hace bajo una perspectiva falsa. León es muy atractivo y por eso vienen tantos jubilados. Aprovechemos esta oportunidad de negocio y ojalá vengan muchos más. Además contribuyen a aumentar el peso de esta provincia, ya que sólo gracias a su retorno a León las cifras de población no han caído entre 60.000 y 80.000 personas más en nuestra provincia.

jueves, 17 de abril de 2014

TORMENTAS DE SEMANA SANTA

El alcalde de Valladolid ha dicho que la Semana Santa de allí es mejor que las del resto de la Autonomía. La gente se mesa los cabellos en León y yo no salgo de mi asombro. No salgo por la simpleza de unos y otros. León de la Riva hace una simplificación, porque basa su discurso en que la de Valladolid fue declarada de interés internacional antes que el resto. Personalmente no creo que ese título, adquirido hace veinte o más años, sea mucho más que un elemento de promoción turística; lo mismo que las declaraciones del alcalde. Por su parte, las reacciones iracundas en León caen en el seguidismo. Si algo tiene que hacer la Semana Santa leonesa es parecerse lo menos posible a ninguna. Si queremos una llamada efectiva a los visitantes hay que hacer hincapié en la leonesidad de las celebraciones de estos días y atenuar su parecido a cualquier otra. En este aspecto la cohabitación de los desfiles sacros con el Entierro de Genarín ha hecho más por León que todas las declaraciones oficiales de interés que se quieran poner. Pregunten ustedes a un madrileño si sabe si nuestras procesiones son de interés internacional o si ha oído algo de Genarín. De Genarín, del Barrio Húmedo o de las tapas sabrán muchos, pero del interés internacional nadie. A León le hace falta en esto y en todo perder complejos. Ni tenemos que parecernos a nadie ni debemos hacerlo más que los justito. Tenemos que mantener nuestra fuerte personalidad porque eso nos hace atractivos y mejores que los otros. El mercado turístico de Semana Santa es un campo de juego donde hay mucho que ganar y poco que perder. Ponerse dignos porque de la Riva dice cosas provocadores es jugar en tercera división. Lo lógico es propinar al alcalde pucelano una respuesta explosiva que aparezca en todas las portadas. Actuando así, ganamos. Dándonos por aludidos por sus repetidas chorradas provocativas perdemos. La Semana Santa es una celebración religiosa que tiene tintes de espectáculo, de exhibicionismo, de exaltación colectiva, de juerga y de muchas cosas más que nada tienen que ver con la fe. Por eso el espíritu semanasantero tiene que ser leonés y ha de demostrar que esta ciudad tiene estilo propio, que despliega su iniciativa, que no acepta copias, que tiene indpendencia y que en Valladolid, en Sevilla y en Sebastopol pueden hacer lo que les venga en gana. Nosotros sabemos hacer bien las cosas y cada año lo estamos demostrando en estas fechas. Y además, si esa reflexión le ha venido a la mente a de la Riva es que algo le preocupa la relevancia de lo que hacemos aquí. ¡Pinta bien!

jueves, 10 de abril de 2014

LA INDEPENDENCIA DE SAN ANDRES

Es evidente que hay movimientos para la fusión de los municipios de León y de San Andrés del Rabanedo. La reciente manifestación de algún sindicato hablando de la inviabilidad económica del Ayuntamiento de San Andrés obtuvo reacciones como no se recordaban. Ahora el grupo socialista en la oposición rubanense, el que fuera peor equipo económico de la historia de esa institución y que dejó en la ruina sus finanzas, lo favorece. Y digo que lo favorece porque, si unos gestores tan nefastos se oponen a la fusión con León, es seguro que conviene hacerla. Además parece que la actual alcaldía tampoco les replica, lo que viene a confirmar que asiente a la fusión. La absorción de San Andrés del Rabanedo por León es una necesidad apoyada en la eficiencia económica. Ahora toma cuerpo con la Ley de Racionalidad y Sostenibilidad de las Administraciones Locales, aprobada hace pocos meses. El grupo de opinión Proyecto León ya explicó repetidamente –desde 2009- que no tiene sentido mantener unos barrios de la ciudad como entes independientes. Eso no ha traído nada bueno: dos redes de autobuses, peores servicios de transporte, servicios públicos no homologables a los de León ciudad, una policía municipal diferente a la de León (cosa absolutamente injustificable e ineficiente), ni una sola avenida de intercomunicación entre ambos municipios que naciese para eso y no como carretera general, diferente planificación urbana, convenios para arreglar cualquier cosa de sentido común que debería decidirse en dos minutos, duplicación de cuerpos municipales… Puede que hubiese un tiempo en que San Andrés del Rabanedo tenía sentido como entidad diferenciada, pero terminó hace mucho. Hoy no lo tiene: es una agrupación de barrios dormitorio de León con todas las desventajas de ser un pueblo y con todas las desventajas de ser un barrio urbano. No hay centro urbano, ni estructura, ni se cuida el patrimonio, ni se piensa en cómo llegar y volver fácil y rápidamente desde el centro de León. El Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo es un anacronismo, una anomalía institucional ruinosa, un peso muerto para los contribuyentes. En nada mejora a León, en todo lo desmerece. Ni siquiera las referencias tan socorridas a Armunia logran esconder la evidencia: ese ayuntamiento subsiste a mayor gloria de concejales y asesores, pero sin aportar nada sustancialmente positivo. Encima los pisos valen más si se dice que están en León. ¿A quién no le gusta? Y realmente lo están, pero debido a ese escollo municipal no se puede decir.

viernes, 4 de abril de 2014

LOS MITOS DE LA CRISIS

Una crisis tan larga como la que sufre España ha permitido que los ciudadanos lleguen a comprender los mecanismos económicos por los que se desencadenó. Así podemos percibirlo en la unanimidad sobre las causas entre capas de población de distinta renta o formación. Preguntes a quien preguntes responderá algo muy parecido en el fondo. Aunque nos hemos acostumbrado, eso no es lo normal. Hace cuatro años, si hubiésemos preguntado por las causas de la depresión económica, encontraríamos mucha más dispersión. Así se explica que la respuesta social vaya en aumento: la unanimidad. Marchas como la de la dignidad de este fin de semana en Madrid, que fue masiva, -y que se intentó minimizar utilizando los medios bajo influencia gubernamental- se van a repetir con más virulencia si la crisis no remite en las familias. Al abrigo de esta lección de economía que la realidad nos ha entregado están apareciendo ciertos axiomas que son tomados como verdades irrefutables. Por citar algunos está, por ejemplo, que las empresas españolas están exportando más por la reducción de costes laborales. Esa afirmación es falsa en buena medida. Si examinamos las nóminas de las empresas exportadoras veremos que en la mayoría los sueldos no han bajado. Es más, como muchas de ellas van bien, resulta que han subido. Lo que de verdad ha sucedido es que muchas empresas jamás se habían planteado exportar porque vivían cómodas con las ventas del mercado interior. El desplome de éste impulsó una forzada salida exportadora. La sorpresa fue que, frente a otro mito falso, los productos españoles eran tan buenos como los de otros países e incluso mejores, a fuer de más baratos. Otro mito es que España continúa creciendo en exportación, pero es falso. Las exportaciones se han estancado desde finales de 2013. Un mito más es que se ha controlado el déficit público. Esto es literalmente mentira. Un déficit público del 6,5% sobre el PIB (aproximadamente) significa que los gastos públicos rebasan en más de un 15% a los ingresos. Es así porque el presupuesto supone un 40% escaso del PIB, así que es como si usted gana 1000 euros y gasta 1150. Ya sabe las consecuencias …, pero los políticos no tocan lo suyo. Como digo, los técnicos de ciertas tendencias y los políticos intentan construir un discurso que vuelva nuevamente incomprensible para la mayoría lo que está pasando en España. Para ello crean mitos falsos. Por eso, más que nunca, es necesaria una intelectualidad comprometida para explicitar qué mantras del poder son tinta de calamar.