jueves, 25 de febrero de 2016

PACTOS Y DIPUTACIONES

Ciudadanos ha planteado la eliminación de las diputaciones para pactar el gobierno central con el PSOE. Eso atenta directamente contra los intereses de León. Hay que explicar por qué y después pedir responsabilidades a los electos por este distrito. En primer lugar las diputaciones son la única garantía de distribución equitativa de fondos públicos hacia las provincias. En las autonomías uniprovinciales no hay problemas en este campo, pero en las multiprovinciales persisten desequilibrios agudos sin que se ponga remedio hace 30 años. De hecho la Junta de Castilla y León mantiene gran parte de su presupuesto sin provincializar, y apenas llega a León porque se queda mayoritariamente en Valladolid. Si se elimina la demarcación provincial y se incorpora el presupuesto de la Diputación a la Junta, el centralismo será aún más asfixiante. Las provincias a la cola del desarrollo económico como Orense, León, Ciudad Real o Jaen están en autonomías multiprovinciales y en ningún caso son sedes autonómicas. Es consecuencia precisamente de la falta de provincialización de los presupuestos y del desconocimiento territorial que existe entre los funcionarios y políticos de las sedes centrales. El último episodio de las áreas funcionales en León es una muestra más de la desconexión entre la sede y las provincias. Eso por no hablar de las políticas de promoción turística o industrial, que se hacen a la medida de la sede autonómica e ignoran las condiciones diferenciales del resto de los territorios. Un segundo aspecto relevante en el que Ciudadanos perjudica a León al liquidar las provincias es el agravamiento en la falta de control estadístico provincial que supone la desaparición de las diputaciones. La Junta evitó denominar como NUTS III (unidad europea de control estadístico) las provincias para que no fuese patente que en la autonomía hay lugares que no deberían tener acceso a ayudas europeas y otros sí, como León. Con esa ocultación se consigue que todos reciban ayudas a cuenta de los más pobres. Un último aspecto fundamental en el perjuicio por la desaparición de las provincias es cómo se va a garantizar la demarcación física de la Región Histórica Leonesa. Dicha región aparece reconocida en el Estatuto de Autonomía, con personalidad diferenciada, y el reconocimiento de su identidad se ha de traducir en su plasmación territorial. Despreciarlo es insultar y ningunear los derechos históricos del pueblo leonés; identidad política que tiene un milenio de antigüedad. Por eso urge una explicación a los leoneses de los miembros de Ciudadanos.

jueves, 18 de febrero de 2016

EL DEBATE NACIONAL Y EL LOCAL

La negociación de los pactos que permitan llegar (o no) a un gobierno de coalición en Madrid está tapando buena parte de los sucesos que se producen en León. Y eso acontece ante la pasividad de las nuevas formaciones que parecen no tener nada que decir. Hay que recordar que en las últimas elecciones tanto Ciudadanos como Podemos obtuvieron un diputado por León. De eso hace apenas mes y medio. En ese tiempo hemos asistido al paso a la liquidación de la Hullera Vasco-Leonesa, a la confirmación del cierre del grupo II de la Central Térmica de Compostilla, al abandono de la planta de captura de anhídrido carbónico en la Fundación de la Energía, al recorte en la convocatoria de plazas de médico interno residente para León, a la exclusión de la plataforma logística de Torneros de la propuesta para fondos europeos Conecta Europa, al parón confirmado en la línea de tren urbano de FEVE, por no hablar de otros temas como la financiación del Campeonato Mundial de Ciclismo de Ponferrada, de la caída en barrena de los precios de la leche de vaca o la incertidumbre en los precios agrícolas. Todo eso en mes y medio da argumentos más que sobrados para que diputados de todo signo hablen de algo más que del último postureo de Iglesias, de la postración de Rajoy, de la fontanería de pactos de Ciudadanos o de las guerras internas del PSOE. Los diputados leoneses están modorros; no cabe otra explicación. Y no estamos para representantes amodorrados. Que no haya gobierno no quiere decir que las dificultades de los ciudadanos leoneses sean menores. Hay que estar a lo que hay que estar. Es incomprensible ver a políticos locales más pendientes de las pulsiones y derechos de otras tierras que de las del pueblo leonés. Si esta provincia matricula cada mes los mismos vehículos –aproximadamente- que La Rioja, teniendo León 140.000 habitantes más, es que pasa algo malo. ¿Tienen claro los nuevos políticos el diagnóstico de la coyuntura leonesa o son más de lo mismo? ¿Están dispuestos a llevar a Madrid nuestras reivindicaciones o como son diputados ya nada importa? ¿Qué han hecho de concreto Podemos o Ciudadanos por los leoneses? Esa es la pregunta que deberían empezar a pensar cómo responder porque hasta ahora se parecen a los diputados del PP y a los del PSOE (cuando gobierna) como dos gotas de agua. Y de nada sirve la reivindicación de regeneración política y la agenda social si en esta tierra no hay futuro. Somos la penúltima provincia de España en tasa de actividad. Las nuevas formaciones tienen el deber de explicar qué tienen pensado para revertir esa situación.

miércoles, 3 de febrero de 2016

LEÓN: BASES PARA EL DESPEGUE

Estamos en un momento de pérdida de población en las áreas urbanas peninsulares en general. Por esa causa todas las ciudades están echando el resto para aprovechar cuantas oportunidades encuentran a fin de mejorar. León no debe quedarse atrás. Por eso es bueno repasar las cuatro líneas que deberían articular el desarrollo de la ciudad. Dos son internas y dos son externas. La primera ha de ser la tendencia a la unificación de todo el casco urbano, incluyendo municipios de lo que llaman pomposamente “alfoz” y que realmente son barrios de la ciudad. Sus poblaciones viven gran parte del tiempo en León y usan intensivamente sus servicios. Permanecer en la situación actual transmite la idea de una ciudad débil, descoordinada, con mal transporte interno, sin planificación coherente en su espacio y, lo que es peor, pequeña. Pasar del León de 127.000 habitantes al de 180.000 es una cuestión de pura eficacia y proyección fuera de nuestras fronteras. Supondría un ascenso en el ranking de ciudades sobresaliente y positivo para todo y para todos. La segunda línea de desarrollo ha de ser la mejora de la sostenibilidad de la ciudad y de su calidad de vida. Dicha línea estratégica está muy ligada a la anterior y ha sido desarrollada en el documento León XXI21. Esperemos que se lleve a cabo en los próximos años. Así conseguiremos que quien venga sienta que está en una ciudad muy buena para vivir y mejoraremos además nuestra autoestima colectiva. La tercera línea de trabajo ha de ser la proyección exterior de la imagen de León desde dos perspectivas: la turística y la propagandística. La imagen de marca de la ciudad debe ser valiosa. Por eso hace falta, por ejemplo, una continuidad promocional que mantenga el mismo lema, el mismo mensaje, durante años. Sea cual sea, no se debe variar la marca con cada alcalde. Es preferible un lema menos bueno, pero con una constancia de años, que una idea feliz cada poco. La cuarta línea de trabajo en la que debe volcarse el ayuntamiento es la promoción de la ciudad como plataforma empresarial y como nodo esencial en los corredores Madrid-Noroeste y Galicia-Cataluña. De nada sirve tener varios “cluster” de empresas (biotecnológico y químico-farmacéutico, de tecnologías de la información, alimentario) si no se comunica al exterior. Hay que informar al mundo de qué es León empresarialmente, qué papel juega en las comunicaciones peninsulares y con qué recursos de conectividad cuenta. Y eso es labor municipal porque si no lo hace el ayuntamiento… ya hemos visto lo que sucedió durante los últimos 30 años.

UNA APUESTA FALLIDA

La Junta de Castilla y León hizo una apuesta fallida hace 30 años: concentrar la actividad económica de la autonomía en Valladolid. Y hoy sabemos que ha sido un desacierto por los resultados en empleo y población, que se encuentran entre los peores de España. Al principio pensé aportar para esta columna datos numéricos, pero me voy a permitir que en esta ocasión los omita para no atiborrar de cifras el texto. Pero si se tratase de los resultados de una empresa, la dirección sería inmediatamente sustituida. La autonomía es la que más población perdió en el último año de las 17. El área metropolitana de Valladolid sufre una pérdida de población llamativa. La capacidad de creación de empleo de la provincia pucelana es la peor de todas las sedes autonómicas multiprovinciales. Además, entre las provincias con peor comportamiento nacional en la evolución del empleo están León, Zamora, Salamanca, Ávila y Palencia. No hay ninguna provincia de las restantes entre las primeras del país. En términos de distribución de la población, la mayor parte del territorio se clasifica como desierto poblacional (por debajo de 8 habs/km cuadrado). Las ciudades intermedias también pierden mayoritariamente población. Y es que el proceso de descapitalización industrial en favor de Valladolid se ha traducido en una degradación general a la vez que la capital del Pisuerga no era capaz de lanzar nueva actividad. Hay territorios que por sus características físicas o humanas son poco dinámicos. En ese caso una política de promoción económica que busque retornos abundantes y nueva actividad inducida no puede centrarse en estos lugares. La Junta de Castilla y León hizo justamente lo contrario: centrar la inversión en Valladolid, que siempre creció gracias al soporte de los fondos públicos (polo de desarrollo, industria del automóvil, nuevos barrios en el desarrollismo…). El resultado se ve ahora: devastación demográfica. Los datos son demoledores. Pero, ¿qué hacer en este momento de auténtica alarma? Lo lógico sería cambiar radicalmente la política de concentración de las inversiones. Esta autonomía ha estado cubriendo las apariencias durante años con planes para todo el territorio, pero la actividad pública siempre termina con una subvención ventajosa en Valladolid. Hay que territorializar el presupuesto en las provincias, y dejar de manejarlas como cortijos. Mientras las provincias no tengan capacidad autónoma de decisión y gasto, quedarán pocas esperanzas. El modelo uniprovincial es el que ha demostrado su éxito económico en la España democrática por encima de cualquier otro.

MAYORÍAS Y DIÁLOGOS

Tras las elecciones generales de diciembre la distribución de escaños en el Congreso se ha fraccionado. Hay ciertos creadores de opinión que vocean que unos resultados así son malos para el País. Parece chocante cuando la experiencia ha demostrado que en España los grandes desequilibrios se han fundamentado en los periodos de mayorías absolutas. En la primera se cimentó la conocida como “economía del pelotazo”. En la segunda se fraguó la “crisis del ladrillo”. En la tercera se ha erosionado gravemente la igualdad de oportunidades en el país, con un retroceso a condiciones sociales que no veíamos desde los años de la Transición. Si analizamos los males que se generan durante los periodos políticos con mayorías absolutas, concluiremos que tienen mucho que ver con las decisiones interesadas, con la idea de apropiación del estado para fines partidistas y con la incapacidad de control de la acción del Gobierno. Cada mayoría absoluta ha significado posponer los intereses de todos en favor de los de unos pocos. Por eso lo que está sucediendo ahora pone a prueba a los políticos que encabezan cada agrupación. Nos muestra su capacidad para el diálogo y el acuerdo. Al fin y al cabo lo que se espera de un político es el uso de la palabra, de la negociación y la actitud para valorar lo que es positivo en cada momento. El parlamento que ha salido de las urnas es un test para la aptitud de nuestros políticos. Lo que quedó en evidencia en diciembre es que la sociedad reclama un cambio profundo, que emana de un numeroso grupo de ciudadanos descontentos con la labor de los partidos de siempre. En consecuencia los que proponen seguir haciendo lo mismo que hasta ahora se confunden. No es lo que el conjunto de los ciudadanos ha encomendado al Parlamento. Por eso más allá de las salidas de tono de unos y el inmovilismo de otros aparece la posibilidad de una vía que recoja algo del ideario de todos. Sin duda es más trabajoso, pero hay países como Suiza donde los ministerios se distribuyen proporcionalmente entre los partidos. Son modelos de sociedades avanzadas, así que algo querrá decir. Pasarse la vida lamentándose del supuesto desorden que provoca el actual panorama político no es más que defender facilidades para que ciertos agentes económicos intervengan más de lo debido en las decisiones políticas. Episodios bochornosos como el del impuesto al sol serían impensables en un gobierno de coalición. Sólo hace falta que los actores pulan sus habilidades negociadoras y que nos demuestren que saben ganarse el sueldo de verdad haciendo política para el beneficio común.

LEÓN INVISIBLE

En estos días distintas ciudades presentan sus propuestas en Madrid para captar fondos a fin de realizar un plan estratégico. Dichos planes han de girar en torno al desarrollo urbano sostenible (Estrategias DUSI). León presenta su documento propuesta denominado León XXI21. Una vez leído el documento puedo llegar a algunas conclusiones. En las cuestiones de detalle está bien. Posteriormente habrá que desarrollar cada línea de trabajo, pero los fundamentos parecen adecuados. Sin embargo globalmente se percibe que el documento se vuelca en cuestiones de funcionamiento interno de la ciudad y esto lo hace incompleto. Uno de los problemas graves que está sufriendo la urbe leonesa es su ausencia en los ámbitos nacional e internacional. Si una ciudad quiere alcanzar proyección y relevancia, ha de tener presencia en lugares lejanos. León cuenta con una relevancia inferior a su dimensión. Más allá de analizar las causas hay que pedir que el ayuntamiento destine un grupo de personas y recursos económicos a ese fin: proyectar la imagen de la ciudad en el exterior. Esa estrategia requiere más talento y trabajo que recursos económicos. El ayuntamiento cuenta con numeroso personal para desarrollarla. Además los políticos han de pensar que, si la ciudad se proyecta fuera, también ellos lo hacen. Al margen de ambiciones personales, que son legítimas, es necesario que tengamos políticos comprometidos y con proyección exterior. La presencia de la ciudad en ámbitos amplios y disponer de políticos orihundos de relevancia son cuestiones que van parejas. Por otra parte, hemos visto que los datos de población en la ciudad de León son malos, con una pérdida el último año que deja a esta ciudad en los 127.000 habitantes. Recordemos que llegó a superar los 140.000 en algún momento. El dato es aún peor si se tiene en cuenta que el área metropolitana también pierde población por primera vez desde que hay registros estadísticos. Si León quiere revertir esa situación no lo puede hacer solo con los recursos endógenos. Está claro que la ciudad se encuentra desvitalizada en este momento histórico. La única posibilidad de reacción exige complementar los recursos de la propia ciudad con otros llegados de fuera. Para eso es imprescindible que el ayuntamiento proyecte a la ciudad y a sus políticos hacia el exterior. En definitiva, en paralelo con el plan estratégico León XXI21, la institución municipal debería redactar y aplicar una estrategia para la proyección de la ciudad en el exterior. Sería una de las acciones más rentables del mandato.

DESEOS Y NECESIDADES

Comienza el año 2016 y es tiempo de repasar aquellas cosas que debemos impulsar los leoneses como colectivo, pues somos una entidad social histórica y tenemos intereses propios. Por eso, al margen de los deseos para un país como España, en el que vivimos, los leoneses tenemos además nuestras propias necesidades. Hay que repasarlas y hacerlas llegar al resto del país. En cuanto a infraestructuras de comunicaciones, son pocas las cosas que podemos pedir, si consideramos las que ya están hechas. La autovía Ponferrada-Monforte de Lemos, que dé más centralidad al Bierzo es una. La autovía León-Santas Martas y su continuación como vía rápida hasta Valladolid, también. Una obra crucial es la conexión León-Braganza, necesaria para incluirnos en el itinerario Oporto-Gijón, un corredor con grandes posibilidades. La salida de Ponferrada hacia Asturias, y hacia Sanabria por Cabrera, mediante túneles, sería una gran noticia. En cuanto al ferrocarril, terminar las obras de integración del tren rápido en León es esencial para completar el perfil urbano de la ciudad. Lo mismo que concluir las obras de FEVE hasta la Plaza de Renueva. La conexión con Oviedo y Ponferrada con trenes rápidos es otra necesidad que viene a estrechar las relaciones en un territorio compartimentado por las montañas. La buena gestión del aeropuerto es también fundamental, así como la de la oferta de comunicaciones de León. Y lo es porque ha sido ocultada deliberadamente por la Junta ante las instancias europeas, omitiendo la existencia de la autovía León-Burgos y el Aeropuerto de León: un acto de piratería institucional sin calificativos suficientemente descriptivos en el diccionario. Un deseo en lo social es la preservación de las térmicas: la de Compostilla especialmente, ya que sufre un ataque sin precedentes para su cierre. Otro, por ejemplo, es la conclusión de la sedicente libertad de apertura de las grandes superficies esta Navidad, que las ha convertido en infiernos laborales donde los días lógicos de descanso y las fechas festivas preservadas han quedado trituradas. Un deseo en lo económico es que nuestras PYMES tengan la ambición y la capacidad para convertirse en corporaciones de 100 a 500 empleados, estrato que conforma el auténtico motor económico y laboral de Europa. Y por último un deseo fundamental para recuperar la visibilidad, reconocer la importancia histórica y ganar autoestima colectiva: la inclusión del pueblo leonés en la Constitución Española como entidad independiente de otros pueblos y elemento fundacional, entre otros, del estado español moderno.