miércoles, 26 de enero de 2011

Moisés Liébana, Gaitero del Viento

La pasada semana llegaba la noticia triste del fallecimiento de Moisés Liébana. Se trata de un personaje fundamental de la cultura leonesa, una referencia en su género. Moisés era uno de los últimos gaiteros originarios, un músico de los que aprendieron el oficio cuando León aún era una provincia apartada, inmersa en el brumoso noroeste. Moisés fue un padre de nuestra tradición, un pilar de nuestra identidad.
Liébana era una persona extremadamente correcta y prudente, de trato afable; un hombre de intachable urbanidad, que sabía desplegar los registros adecuados en su pueblo o en el Instituto Leonés de Cultura sin desentonar. Vivía en Corporales, en un lugar precioso de La Cabrera Alta. Gracias a su labor y a la de su grupo, los Gaiteros de Corporales, disponemos hoy de un CD con esa música que enraíza en las peñas del Teleno, nuestra montaña sagrada. La aportación más conocida fue la recuperación, en compañía de sus inseparables amigos y familiares, de las Danzas del Rey Nabucodonosor, un baile tradicional de incalculable valor etnográfico.
Además, Moisés guardaba en su hogar la lengua materna, el leonés, susurrada en el calor de la cocina, que el pudor evitaba mostrar en público. Su modestia y discreción fueron ejemplares. Ese es el Moisés que yo conocí, el que yo he admirado: un hombre íntegro, y conocedor de sus saberes y limitaciones; un amante de lo suyo y de los suyos; una personalidad, pero sin estruendos.
Que un gigante de este calibre nos deje no puede ni debe pasar desapercibido. Si el esfuerzo colectivo de los leoneses y la recuperación de nuestro orgullo común son capaces de crear una hagiografía, Moisés debería estar allí. Por esa razón, antes de que el viento arrastre su memoria y la oculte en ese Olimpo Cisastur que esconde la cima del Teleno, es un deber homenajear a esa figura que supo ser leonés sin aspavientos, cabreirés hasta el tuétano, y que es ya patrimonio de todos después de muerto.
Moisés, desde esa cumbre perlada de piedras de rayo y ceñida por el viento, siempre escucharemos el arrullo de la muñeira en la gaita que tanto acariciaste. Estás en nuestro corazón. Descansa en paz.

miércoles, 19 de enero de 2011

Normativización sin Criterio

La administración está imponiendo una serie de normas excesivas sobre las condiciones de comercialización y consumo. Esta hipernormativización de la vida pública se realiza en ocasiones con una grave falta de perspectiva sobre lo que hace del País un buen lugar para vivir.
La imagen de esta nación está unida -entre otras cosas- a la palabra “fiesta”, que agrupa lugares comunes como la vida en la calle, el buen clima, intensas relaciones humanas, diversión, alegría, apertura, colorido, contrastes, diversidad, amor expresado, paseo, beber y comer juntos, bailar, etc. Si comparamos esta imagen con la de Bruselas, Munich o Burdeos descubriremos que nada tienen que ver con nosotros en esta vertiente. La cuestión es que muchos ciudadanos conocemos esta diferencia y queremos mantenerla. Vivir en el resto de Europa es seguro, pero aburrido. En algunos casos ofrece una vida que no merece la pena ser vivida, como demuestra el índice de suicidios.
Sin embargo la falta de criterio parece haber llegado a las instituciones. Se acaba de ejecutar la prohibición de fumar en los bares, una estupidez según el juicio de los fumadores y de muchos no fumadores. Esta cuestión sólo era reclamada por minorías y se podía buscar una solución intermedia, pero han decidido que no. Podría haberse puesto un límite de humos, a la vista de que tenemos que respirar también el de los coches, que se usan para ir a la vuelta de la esquina. Para más cinismo no se prohíbe la venta. ¿Por qué perseguir al fumador?
Otro ejemplo más cercano es la liquidación del Rastro de León. En Londres cabe Portobello, pero aquí no cabe el rastro. La última ocurrencia ha venido a machacar el mercado de la Plaza Mayor, donde se ha prohibido concurrir a los pequeños productores locales. Por lo visto en París no importa que los granjeros vendan sus minúsculas y artesanales producciones, pero aquí sí.
Como digo, no se trata de medidas aisladas, sino de la oleada talibán ligada a una necesidad de intervención desmedida -porque la intervención es necesaria-. Es hora de reflexionar sobre lo que es este país y lo que queremos que sea para reconducir tanto extravío.

jueves, 13 de enero de 2011

Reformas y Pensiones

Tras aceptar que España está en crisis, el gobierno anunció la necesidad de hacer reformas en la economía. Los ciudadanos aceptan en privado esa necesidad. España ha demostrado ser un país de gente consciente, aunque en el ámbito de lo público cada colectivo represente el papel previamente asignado.
El problema de las reformas no es por tanto que los españoles no asuman su necesidad como saber cuáles son las adecuadas y, dentro de ellas, las que tienen prioridad. Un análisis de lo que se propone permite clasificar en tres tipos las reformas:
-Las que nadie discute que son necesarias y de aplicación inmediata, como la reducción de los gastos militares.
-Las que son necesarias, pero en realidad no son urgentes, como la reforma de las pensiones.
-Las que son necesarias y urgentes, pero que no se citan casi nunca y no parecen apremiar al gobierno, como la reforma de las administraciones públicas.
De los tres ejemplos la reforma de las pensiones es un asunto metido con calzador, puesto que en la actualidad la Seguridad Social registra superávit. Se lleva treinta años con la misma matraca: ya en los 80 se decía que el sistema iba a quebrar en veinte años, pero no sucedió. Lo que esconde la reforma es la presión del lobby financiero para apropiarse de una parte del sistema de pensiones.
En resumen, las reformas son necesarias, pero hay que permanecer vigilantes para que los grupos de presión no nos cuelen sus intereses vistiéndolos de reforma imprescindible. Empecemos por lo urgente y de efecto inmediato: menos ayuntamientos, métase en cintura a las comunidades autónomas y liquídense los puestos de libre designación tal y como ahora se entienden.

León, 2010 y los Cotizantes

En columnas pasadas habíamos examinado la tendencia del mercado laboral leonés a través de la Encuesta de Población Activa del INE. Ahora daremos un repaso a las cifras de cotizantes a la Seguridad Social, para dar una perspectiva más completa. Si consideramos los últimos 10 años, comprobaremos que en diciembre de 2000 León contaba con poco más de 147.000 cotizantes. El pasado mes se cerró 2010 con casi 165.500, lo que a priori parece positivo, pues muestra una evolución del 12%. Sin embargo, cuando comparamos este incremento con el estatal, descubrimos que los casi 17.600.000 cotizantes de diciembre marcaban un incremento del 17.5% en el mismo decenio. En otras palabras, León ha crecido menos, lo que resulta ser negativo.
Para analizar más estrechamente esta diferencia se puede comparar el dato mensual con el del año anterior. Si obtenemos toda la serie, comprobaremos que entre 2000 y 2003 la traza leonesa es peor que la española. Desde febrero de 2004 hasta junio de 2005 los datos leoneses parecen acercarse a la media sin alcanzarla, pero se desploman otra vez hasta octubre de 2006.
Posteriormente, León remonta sobre la media española en un periodo que abarca desde enero de 2007 hasta abril de 2010. Pero a partir de mayo vuelve a entrar en una descendente que es peor que la nacional. El dato más preocupante llega en diciembre, el mes pasado, que marca una clara tendencia de caída.
En resumen, en diez años sólo hemos tenido tres y medio en los que el mercado laboral ha crecido más que la media estatal. El hecho de que sea en el segundo semestre del año pasado cuando se registra un cambio de tendencia negativo debe hacer reflexionar a las autoridades. Las conclusiones deberían apuntar en la línea de que, aunque suframos la crisis, la franqueemos con menos daños que otros territorios.
De los 3400 cotizantes perdidos en el último año, 2200 son del régimen general, 400 autónomos, otros 400 son del campo y 350 de la mina. Los autónomos y el campo caen menos que la media española, luego la desproporción proviene de un agudo sacrificio en el sector del carbón, y en los de las empresas y las administraciones.

miércoles, 5 de enero de 2011

Repensar el Ensanche

La ciudad de León se ha extendido ocupando la totalidad del interfluvio Bernesga-Torío en los últimos 30 años. Si observamos ese área angular apreciaremos cómo prácticamente toda ella se encuentra ordenada con diferentes usos. De esta manera, una ciudad nucleada, cuyos bordes eran poco más que los del Ensanche, el casco antiguo y tres o cuatro barrios en los años sesenta, se desbordó.
Actualmente encontramos con una urbe policéntrica. Existen varias zonas comerciales con una nutrida actividad, como Chantría, Palomera o Eras, y otras que se consolidarán con los cambios urbanos, como Mariano Andrés-San Mamés en cuanto se rompa la frontera marcada por las vías.
Bien sea porque el crecimiento ha sido extremadamente rápido, o bien porque la economía local carece de la vitalidad necesaria, buena parte de la actividad comercial se ha deslocalizado desde el Ensanche hacia esos nuevos centros. El resultado está a la vista: el espacio entre Lancia y Suero de Quiñones muestra un declive apreciable en los numerosos bajos comerciales vacíos. Por otra parte la población de estas calles ha crecido en edad en la misma medida que perdía capacidad de consumo. El Ensanche languidece.
Sin embargo nos encontramos ante un barrio plagado de valores. El parque inmobiliario de esta zona reúne la mayor parte de los edificios notables y de estilo del Siglo XX. Los parques de La Condesa y, en sus bordes, San Francisco atesoran árboles magníficos ahora que urbanistas estultos arrancan una y otra vez ejemplares inmaduros. El trazado cuadrangular de las manzanas, con chaflanes y amplios cruces, supone un activo para los numerosos estudiantes que acuden para verlo.
Por esta razón la ciudad debe recuperar un espacio que se puede valorizar y singularizar como ningún otro en la ciudad. Es un capital en el que merece la pena invertir porque el Ensanche en la mayoría de las ciudades de esta dimensión ni tiene la calidad ni el nivel de conservación que presenta el de León. Recuperar el Ensanche es una apuesta segura que ningún partido que tenga un proyecto ambicioso para esta ciudad puede dejar de incluir en su programa electoral.