jueves, 31 de julio de 2014

MODELO DE COMERCIO Y MODELO DE CIUDAD

Hay un sector de los políticos que, bajo la justificación favorecer al consumidor, pretenden ampliar el horario de apertura comercial y relajar las licencias hasta la completa liberalización. Esta propuesta se suele presentar como un ejercicio de libertad, como la única medida para garantizar la eficiencia del mercado, pero es una trampa. Como en casi todo, es la regulación oficial lo que permite el desarrollo de mercados eficientes para el ciudadano. Si la sobrerregulación ahoga la iniciativa, la liberalización destruye la calidad. Cualquier extremo es malo. La cuestión de cómo se abren los establecimientos comerciales afecta al modelo urbano. Los ciudadanos debemos saber que la ultraliberalización tiende a vaciar los centros de las ciudades de comercio, que queda recluido en un pequeño espacio central, y deja desparramados locales cutres, de bajo coste, sin garantías higénicas o sanitarias. En resumen, liberar horarios comerciales supone empobrecer los cascos urbanos. Otra cosa es que se quiera favorecer a empresas constructoras, propietarias de centros comerciales, o a macroempresas de distribución, pero eso poco tiene que ver con los intereses del ciudadano. La capacidad de compra del consumidor es limitada y se halla acotada dentro de un presupuesto, tanto si se abre el comercio mucho, como si se abre poco. Lo que sí varía son los costes de apertura, ya que si se abre más horas hay más gastos generales. Además, en los horarios comerciales libres hay que aumentar la plantilla para cubrir la amplitud horaria, hacer turnos en horas intempestivas y ajustar los salarios para que los sobrecostes no se disparen. En otras palabras, la apertura indiscriminada del comercio es encarecedora, ineficiente, nada ecológica, antisocial e impide la conciliación familiar, además de debilitar la trama urbana por la pérdida de atractivo de las calles. Es evidente que la libertad de horarios comerciales afecta al modelo de ciudad y al modelo de vida en ella. Por eso, antes de entrar en argumentos simplistas acerca de supuestas ventajas para el público, hay que saber que la libertad de horarios tiene más inconvenientes que ventajas; además entrega el dominio de las ventas a las grandes corporaciones, sacando recursos del comercio tradicional- que se reinvertirían en la propia ciudad- para entregárselo a emporios que se los llevan. Por eso hay que proclamar que este afán por liberar los horarios comerciales responde a intereses particulares y que no se puede argumentar como una mejora global para la urbe.

jueves, 24 de julio de 2014

ACERCA DEL PALACIO DE CONGRESOS

Recientemente leía un artículo extenso sobre la crisis que está sufriendo el mercado de ferias y congresos en los principales centros del sector de España. El volumen de negocio está disminuyendo como efecto de la crisis, lo que provoca que los precios abonados por los expositores bajen, que el número de éstos disminuya y que las cifras de visitantes también se vean erosionadas. Durante el recorrido del artículo por la coyuntura se citan los grandes referentes del sector como IFEMA (Madrid) o la FIRA (Barcelona), que representan un gran porcentaje del negocio en España, pero los recintos de Zaragoza, Valencia y otros menores no se comportan mejor. En consecuencia se están buscando nuevas fórmulas y actividades para explotar estos grandes recintos y compensar así las pérdidas que el negocio tradicional genera. León cuenta con la construcción de un gran recinto para congresos y ferias. De hecho es la mayor obra que se observa en la ciudad. La infraestructura llega tarde para un mercado que, como decimos, está tomando otros derroteros. Sin embargo el hecho de que el edificio de Perrault esté en construcción puede ser una ventaja porque aún habría oportunidad de adaptarlo a otras demandas y a otros eventos. En todo caso la perspectiva del negocio de ferias y congresos en el nuevo edificio no es muy halagüeña y debería plantearse de nuevo qué se va a hacer en él y revisar su distribución si hiciese falta inmediatamente. Ahora que está solamente la estructura, cualquier posible redistribución del espacio interior tendría un coste menor. En este sentido hay que decir que al nuevo e imponente edificio hay que darle polivalencia. Su aspecto cuenta con un atractivo grande para lanzar la reactivación de la actividad en la zona de la ciudad en la que se enclava. Quiero decir que la fachada es atractiva por sí mismo. Por otra parte la ciudad tiene algún déficit en grandes recintos, lo que le impide presentar su candidatura como sede de grandes convocatorias. Un ejemplo ha sido la imposibilidad como subsede olímpica, o de un campeonato internacional de balonmano o de baloncesto. Además, si se tiene un gran recinto cubierto con buenas condiciones acústicas se puede organizar grandes conciertos y espectáculos que sólo los muy grades pueden acoger. Por eso es necesario que el ayuntamiento lidere una reflexión sobre el proyecto actual del palacio de congresos para ver si es el que más posibilidades aporta a la ciudad o si es necesario modificarlo a fin de que alcance nuevas facetas de funcionalidad hasta ahora no previstas.

jueves, 17 de julio de 2014

LA ATENCIÓN TURÍSTICA EN LEÓN

Cuando un visitante llega a una ciudad espera que la recogida de información sobre qué visitar o qué puntos reúnen el mayor interés sea fácil. Por eso supone que los establecimientos hoteleros ofrecerán mapas y folletos. También sería lógico contar con una oficina de atención al visitante en la que se diesen explicaciones detalladas, así como soportes gráficos que den una idea clara de qué y cómo se puede conocer el entorno. Hace una semana ha llegado un amigo mío a nuestra ciudad. En el hotel donde se hospeda le proporcionaron amablemente un mapa de la ciudad, aunque era el único porque parece ser que ni la oficina de turismo ni ninguna institución de León los facilita a estos establecimientos. Es asombroso que cuando tenemos en cada hotel un punto de información de visitantes no lo aprovechemos. Además el hotel se juega en la buena atención la fidelidad del cliente, lo que garantiza cierta calidad. Hablando de la oficina de turismo, hay que decir que la máxima preocupación percibida es la de tomar nota de cuántas personas van con cada interlocutor y de dónde proceden. El resto de cuestiones pasan a un segundo plano. En la oficina de León, en frente de la Catedral, había poca información; las explicaciones fueron difusas; no hay horarios integrales de los medios de transporte; tampoco un folleto con la oferta de espectáculos y convocatorias de la semana. Eso sí, a esta amistad le han ofrecido folletos de Valladolid, y la cartelera de espectáculos y circuitos culturales de esa provincia. No cabe más desconcierto. Y no es un problema de los empleados de la oficina, como alguien podría pensar. El meollo está en la irresponsabilidad de quienes rigen el consorcio provincial de turismo y de quienes hacen lo mismo con la consejería del ramo a nivel provincial. En cualquier empresa tendrían un apercibimiento grave y verían el despido asomar si se repitiesen los mismos errores. Es inadmisible que en una ciudad y una provincia en crisis profunda, en la que el turismo es uno de los recursos con más posibilidades de desarrollo se hagan las cosas tan mal. Conclusión: faltan profesionales en la dirección de las instituciones y sobran aficionados con carnet de partido. Es la única explicación que encuentra mi indignación. ¡Y luego hay quien se asombra de que el voto de los ciudadanos se radicalice! Hay que entender que cuando la pusilanimidad, y la falta de criterio se apropian del poder sin que se aprecie solución, no queda más que un camino: el desalojo electoral. O eficacia o calle, no dejan otra alternativa.

jueves, 10 de julio de 2014

LEÓN Y LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO

Ha llegado a los ayuntamientos leoneses el modelo de ordenación del territorio de la Junta de Castilla y León. Se trata de una propuesta que persigue garantizar la prestación de servicios públicos de competencia local en todo el territorio y para todos los ciudadanos. Para ello se realiza una concentración de los centros de servicio en cabeceras, pero sin que se varíe la arquitectura de municipios. El planteamiento de la Junta ha sido buscar una solución sin tocar los ayuntamientos ahora existentes. Por más que se ha dicho lo contrario, va a existir una duplicación de estructuras y de puestos de trabajo, ya que la cuadratura del círculo no existe. Si no se suprimen instituciones municipales y se crean otras nuevas, los costes globales de la gestión aumentarán. La clave de mejorar los servicios estaba en la reducción de los costes de gestión, puesto que muchos ayuntamientos se han quedado sin habitantes, pero sus divisiones municipales son las mismas, así como sus costes. Por lo tanto la lógica estaba en realizar una fusión municipal global, programada, simultánea y racional. Así se evitaba que ayuntamientos que quedasen rezagados en el proceso tuviesen que unirse a otros ya fusionados y configurados de acuerdo a sus propios intereses. Por su parte el gobierno central sacó hace meses una ley de sostenibilidad de las administraciones públicas locales que contemplaba este problema y proponía la solución: forzar las fusiones. No es la mejor, como ya se han explicado, pero pone en evidencia que España tiene un problema con su estructura municipal y que es urgente resolverlo. Hay que planificar una nueva distribución de los municipios, que deben ser muchos menos, y dejar un mapa coherente con una buena calidad de prestación de servicios. En consecuencia, tampoco el gobierno central ha actuado con criterios de estado. ¿Y qué se hizo en otros países europeos? Este problema está resuelto ya en casi toda Europa occidental. Los gobiernos estatales han realizado fusiones generalizadas. En alguno de ellos incluso más de una en los últimos 50 años. Por lo tanto no hace falta inventar nada. Hay que fusionar los ayuntamientos desde el poder central preservando los intereses de los ciudadanos. Luego nos asombraremos de que el campo se despueble, de que los servicios públicos se presten mal, de que el transporte urbano sea ineficiente o de que el mantenimiento de calles, parques o cementerios sea deficiente. Si importa más mantener alcaldes que atender las necesidades ciudadanas ¿qué se puede esperar?

jueves, 3 de julio de 2014

LEÓN Y EL BERNESGA

La relación de León ciudad con sus ríos siempre ha supuesto un punto de conflicto. El pobre Torío, segundón y algo apartado, no ha merecido más atención que la que las asociaciones de vecinos de Puente Castro han arrancado a las autoridades con sus reivindicaciones. El río principal, el Bernesga, se ha visto sometido a diversas modificaciones a lo largo de su historia urbana. Al principio la ciudad no creía mucho en él y unas rampas de tierra, para bajar a lavar la ropa, eran todo su capital en la primera mitad del Siglo XX. Más tarde llegó el ajardinamiento, el descubrimiento de un jardín lineal que se escondía tras aquel cauce exhausto en verano y torrencial en invierno. La regulación del cauce con un azud a la entrada a la ciudad y pequeños diques escalonados dignificaron a un Bernesga hecho río urbanita y floral. Por circunstancias que desconozco, tras años de mejora continua en el aspecto y aprovechamiento de ese cauce fluvial, se decidió demoler la regulación principal del Bernesga a la altura del puente de San Marcos. No sé qué importantes razones alimentaban una obra costosa que suponía un paso atrás. El hecho es que se revirtió el río a la situación original. Si lo lógico es aplicar la ingeniería para regular el curso del agua en el río y así gestionarlo, ahora se eliminó el principal elemento de regulación. Una obra ha de evaluarse por los resultados. Las avenidas de este año, copioso en lluvias, han permitido examinar la bondad de la obra. En mi opinión ha resultado una mala idea. El azud de San Marcos, aunque pequeño, era un recurso para contener y modelar el río, atrapar los sedimentos y retener los restos vegetales que arranca antes de llegar a la ciudad. También servía para proteger lo que más abajo se encuentra el agua: las escolleras que protegen los jardines, las pasarelas, el cauce en sí …. Ahora vemos como resultado de la cuestionable obra que los estériles, que antes contenía el dique, se extienden hasta la plaza de toros, que las pasarelas fueron dañadas como nunca, que las escolleras fueron removidas, que los restos vegetales se colaron por todas partes y que el cauce en su conjunto está asilvestrado, contra la mano humana. La dichosa obra que se llevó por delante el azud no sólo fue demoler el dique y sus acciones complementarias, sino que ha de sumar ahora la reparación de todo lo destrozado por una medida sin medida, con poca previsión. Y lo que más me sorprende es que haya sido auspiciada por la Confederación Hidrográfica. ¿Pero no eran especialistas en gestión de ríos?