viernes, 27 de junio de 2014

IDEOLOGÍA Y REFORMA FISCAL

Se acaba de anunciar una reforma fiscal con un descenso de los impuestos para la mayoría de los contribuyentes. La medida merece varios juicios de valor porque se anuncia como consecuencia de unas premisas, pero la realidad trasluce que se debe a otras causas. Se ha proclamado que la incipiente mejora macroeconómica lleva a trasladar al ciudadano un aumento de sus recursos para mejorar la capacidad de consumo. Sin embargo la pretendida mejora no ha equilibrado recaudación y gasto. El país sigue generando déficit público y la deuda española rebasará pronto el 100% del PIB. Si ahora se reduce la recaudación fiscal, el país se encamina a una situación insostenible. En consecuencia hay que pensar que esta rebaja de impuestos tiene más que ver con el periodo preelectoral, puesto que el año que viene habrá elecciones locales en mayo. Otro aspecto que se ha destacado es que los principales beneficiarios son las clases menos pudientes. Esto es falso, puesto que se calcula que el beneficio por contribuyente en las capas con menor renta es de unos 170 euros al año. Por el contrario, los perceptores de las rentas más altas, aquellos con más de 60.000 euros brutos al año, verán reducido su tipo marginal un 7% en dos años. A nadie se le escapa que eso supone que quienes más ganan se van a ahorrar muchos miles de euros que hasta ahora aportaban al erario público. La reforma es por lo tanto desigual y beneficia sobre todo a los que más tienen. Pero el trasfondo de la medida enlaza con convicciones ideológicas profundas. Actualmente existen dos tipos de capitalismo: el capitalismo industrial, basado en las inversiones para la producción, y el capitalismo financiero, basado en productos bancarios especulativos. El capitalismo industrial se basa en un mayor reparto de la riqueza a través de rentas del trabajo más altas para generar consumo, demanda al fin, lo que deriva en la creación de empleo. El capitalismo financiero se basa en potenciar la inversión en derivados financieros reduciendo empleo y rentas percibidas por los trabajadores. En el primer caso la expansión monetaria se redistribuye por la sociedad; en el segundo se concentra en pocas manos. Si se rebaja la tributación de los que más ganan, ese efectivo va a parar a la inversión en derivados financieros, puesto que sus titulares, ricos, no lo necesitan para el consumo. En definitiva, este gobierno apuesta por un modelo de capitalismo insolidario. En democracia esto es legítimo, pero lo que resulta inaceptable es mentir para justificarlo.

jueves, 19 de junio de 2014

LA PROYECCIÓN EXTERIOR DE LEÓN

Si algo se puede decir de este equipo municipal de la Ciudad de León es que ha puesto orden en las cuentas. La cuestión no era fácil porque se venía de una dinámica de gastar con alegría y desorden. Además se habían relajado muchas costumbres en cuanto a funcionamiento interno. El grupo de Gutiérrez, aún con fallos, va a atesorar en su patrimonio político haber metido en cintura el equilibrio entre ingresos y gastos. Se puede disentir de cómo se ha hecho, pero indudablemente se ha logrado. No sé si este difícil objetivo estaba al alcance del resto de los contendientes en la liza de partidos aspirantes. Lo dudo. Sin embargo hay que concluir también que este es un equipo ensimismado. La gestión se ha volcado en el funcionamiento interno de la ciudad y de su aparato de gestión. La proyección exterior de la urbe no ha sido una preocupación del equipo de Gutiérrez. Y tengo que deducir que no es un problema de poco equipo, ya que la mayoría absoluta garantizó un número sobrado de concejales. En otras palabras, aunque el reto más importante era llevar a cabo la reflotación financiera municipal, se podía haber dedicado algunas personas a mantener la presencia de León en el exterior. León es una ciudad de 130.000 habitantes que encabeza un área metropolitana de 205.000, según contabiliza el propio ILDEFE, y que lidera un rururbano de 330.000, según reconoce la Junta de Castilla y León. Se trata del segundo metropolitano autonómico, también del segundo rururbano y de una ciudad intermedia con una posición envidiable en el mapa, cosa que la Junta no ha sido capaz de cambiar y creo que se le va a resistir. Con esa base cualquier equipo municipal que llegue a León capital debiera tener un plan de medio y largo plazo para influir a dos niveles: en su espacio próximo, que es todo el rururbano, hasta Benavente, y el resto de la Provincia de León, y en segundo término en todo su entorno geográfico, que es el noroeste. Además al liderazgo de un nodo de este nivel debe pedírsele presencia y proacción ante las instituciones autonómicas y estatales tanto propias como cercanas. En resumen, está muy bien la labor de gestión económica y la de mantenimiento de la ciudad, pero no es incompatible con la de proyectar como se debe a una ciudad como León, que debe tener una voz potente en Valladolid, que tiene que tener presencia en Madrid, que es interlocutor ante Asturias y Galicia a todo los niveles. Gobernar un ayuntamiento es mucho más que equilibrar cuentas y limpiar calles. Esa es la deuda de Gutiérrez y su equipo con la ciudad.

miércoles, 11 de junio de 2014

LEÓN Y EL NOROESTE

La nueva configuración de nuestro país como un conjunto de ciudades y sus áreas metropolitanas, rodeadas de vacíos, viene dado por los cambios en la distribución de la población. Grandes zonas rurales han visto marchar a sus habitantes a las ciudades o hacia las coronas de éstas, formadas por poblaciones dormitorio. Ni siquiera el borde cantábrico se ha resistido a esa tendencia en los últimos años. Por eso cuando hablamos ahora de la Provincia de León nos referimos sobre todo a las aglomeraciones de León y Ponferrada, diferenciadas, en las que se incluyen Cacabelos o Mansilla de las Mulas por ejemplo. El resto del territorio de la provincia, unas dos terceras partes, ha quedado casi vacío. Cuando se examina en la distancia esas áreas de vida ciudadana, llamadas rururbanos, se observa cómo el León metropolitano queda rodeado por la gran aglomeración del centro de Asturias, por la de Lugo, por la de Orense, por la de Zamora -menor que la de Ponferrada- y por la de Valladolid-Palencia, la segunda en tamaño tras la asturiana. La corona metropolitana del Bierzo es un enlace perfecto hacia Galicia y la de León un nexo con el resto de las urbes citadas. Son dos eslabones contiguos en una cadena. Ninguna de las zonas metropolitanas que circunvalan las de León tienen globalmente una periferia tan densa e importante como esta provincia y su capital. Unas por estar prácticamente empotradas en estrechos corredores de comunicación (por ejemplo Lugo u Orense), otras al borde del mar (el centro de Asturias) y otras por la debilidad y la lejanía de las ciudades que les rodean (por ejemplo Valladolid respecto a Soria, Segovia, Ávila o Zamora) no pueden comparar su posición geoestratégica con el rururbano leonés. En consecuencia se puede afirmar que el triángulo León-Astorga-Benavente ocupa el centro del noroeste de España y que es la zona óptima para fijar infraestructuras e inversiones que se asocien a la logística. Pese a esa centralidad la Junta de Castilla y León hace caso omiso y se permite incluso borrar de los mapas ciertas autovías, como la León-Burgos, para que León parezca excéntrico. Todo su interés se concreta en resaltar Valladolid. Por eso, aunque en muchas ocasiones los leoneses son un problema para su propio futuro, en las cuestiones de carácter estratégico la Junta es actor principal del declive de León. Esa institución vallisoletana tiene ya una deuda gigantesca con esta provincia con la que se comporta en ocasiones -como ésta- como una metrópoli frente a su colonia.

jueves, 5 de junio de 2014

LEÓN Y EL IMPULSO DE LAS CIUDADES

Las ciudades y, en general, las áreas metropolitanas han experimentado una importante transformación en los últimos decenios en casi todo el mundo. Las tendencias marcadas por los planes estratégicos de las ciudades más vanguardistas van poco a poco trasladándose al resto de ciudades, porque en realidad estas urbes van en la cabecera de la evolución, pero el resto siguen su camino. De esta manera el bienestar, la habitabilidad y la calidad de vida encuentran acomodo hasta en los últimos rincones de las metrópolis desarrolladas. León no ha sido una excepción. Desde el ya lejano despliegue del Ensanche hasta la revolución de los nuevos espacios peatonalizados en los años noventa, la ciudad ha seguido una trayectoria de mejora que la ha hecho amable y acogedora. Si bien en algunos momentos ese proceso ha sido producto de la iniciativa local, en otros casos llegó por la vía del seguidismo y la copia. En todo caso la ciudad a la que hemos llegado está bastante bien -a mi juicio- y por eso tanta gente quiere venir aquí cuando se jubila. Sin embargo el área metropolitana de León ha pasado por momentos de mayor pujanza y por otros de una declinante atonía. Se puede decir que éste es uno de los de estancamiento. La debilidad financiera y conceptual al frente del ayuntamiento central y de los municipios satélites está depauperando la progresión del conjunto urbano. No hay ideas nuevas y transformadoras; tampoco hay recursos para ejecutarlas; falta ímpetu para exigir a otras instancias cosas necesarias para que la ciudad no pierda porte; y se echa de menos un liderazgo ascendente sobre toda la corona metropolitana, constituida ya como un conjunto de barrios dormitorio funcionalmente dependientes del municipio capitalino. En una reciente convención sobre el futuro de las ciudades se expuso que el siguiente objetivo es hacer de ellas lugares para el progreso, centros donde sea fácil innovar, emprender y desarrollar iniciativas. Me pregunto si León es una ciudad fácil para el progreso o si está llena de obstáculos puestos por la administración, o por los propios ciudadanos y colectivos civiles con una visión anclada en coyunturas pasadas. Esa puede ser la actividad perfecta para un ayuntamiento sin recursos económicos: remover obstáculos a la innovación y el emprendimiento, garantizar la facilidad para que las iniciativas crezcan, educar a la población en las bondades del progreso y en los mecanismos que lo facilitan. León tiene una oportunidad en ese camino. Podemos volver a tomar la iniciativa.