jueves, 30 de julio de 2015

LECHE Y CRISIS

Los ganaderos leoneses productores de leche de vaca están pasando un momento de gran dificultad por el desplome de los precios. Aunque se trata de un fenómeno europeo, no es un consuelo. Si la situación persiste, desaparecerán muchas explotaciones. Sería un suceso lamentable porque además la cancelación de estos negocios afecta al interés común. Las ganaderías leonesas mantienen una elevadísima calidad genética y un saber hacer sobresaliente, producto de decenios de inversiones continuadas, de asesoría certera, de formación y de trabajo más riguroso de lo que en general se piensa. La competitividad de nuestras granjas, producto de un esfuerzo acumulado, es destacada, pero las distorsiones del mercado pueden exterminarlas. Lo lógico sería que, ante la posibilidad de perder un capital productivo y de “saber hacer” especialmente valioso en un sector imprescindible, el gobierno actuase. Puede que debiera hacerlo selectivamente, para no favorecer a las explotaciones peores, pero el ministerio y la consejería están para velar por los intereses generales de su territorio y su economía. En el caso del sector lechero se ha cometido graves errores, que han conducido a esta situación. Esos fallos son los que hay que revertir. El primero es cerrar la posibilidad de venta directa al consumidor desde las explotaciones, lo que hubiese sostenido los precios. Es la causa de la desertización del campo español, que es un fenómeno casi único en Europa. En el caso de la leche se ha favorecido a las empresas lácteas, que han terminado por vender un subproducto de tratamiento industrial desnaturalizado, que poco tiene que ver con la leche de vaca original, salvo en el color. De hecho gran parte de las alergias lactogénicas se deben a esta causa y a los aditamentos que encierran las cajas de líquido uperisado, desnatado, reconstituido y aditivado. Si el gobierno favoreciese el consumo de leche de vaca sin modificar desde dispensadores públicos, no existiría el problema de calidad ni el de salud pública con las incompatibilidades lácteas masivas. Otro error que merece corrección urgente es permitir que los precios estén puestos por la industria de transformación láctea, que pacta, que importa producto de bajo precio y menor calidad, o que presiona a los ganaderos desde una posición de oligopolio, puesto que ellos no pueden comercializar la leche directamente. El gobierno ha dejado la producción a merced de intereses ajenos a los productores y a los consumidores. Hay que retocar esa perversa estructura de comercialización que va en contra de los intereses generales.

jueves, 23 de julio de 2015

CREADORES Y DESTRUCTORES

En todas las sociedades hay personas que actúan como lanzadores de iniciativas y, por el contrario, hay otras que se dedican a desincentivarlas. En León somos afortunados porque hay numerosos generadores de propuestas, lo que se traduce en una vida ciudadana nutrida. En compensación, existe un sector de leoneses dedicados a criticar sin más. Este grupo, que ni pare ni preña, tiende a infiltrarse en diversos círculos sin aportar otra cosa que su toxicidad. Por eso es conveniente dedicarles una activa ignorancia. Viene esto a cuento de la teatralización de las primeras Cortes de León. No han faltado críticas entre esas lumbreras que todo destruyen. No han tenido en cuenta que, si se ha realizado, es gracias al esfuerzo personal de un grupo volcado en rendir homenaje al rey leonés y a lo que supuso aquel acto fundamental. Los trajes, los textos ... todo es obra de voluntarios, con sus recursos personales, coordinados por una cabeza, que tira de todo cargada de ilusión. No voy a dedicar más tiempo a los escopeteros, que tiran contra todo lo que se mueve. Pero este problema tiene un calado mayor cuando alguno se cuela en las instituciones. Por ejemplo en el pasado mandato del Ayuntamiento de León era un problema conseguir apoyo, siquiera en forma de locales o permisos, para organizar cualquier cosa. Con esas limitaciones se hizo un grave daño a la vida cultural de la ciudad. En el mandato actual se están dando signos poco esperanzadores. Llega a mis oídos que hay alguien pensando en combatir las despedidas de soltero de los fines de semana en León. Y la persecución de Arty, el acordeonista de la calle Ancha, por el ayuntamiento no tiene ni pies ni cabeza. Las calles de León, que es una ciudad de ocio, deberían servir de escenario a músicos y artistas. Esta urbe es una referencia para la diversión en muchos lugares de España y hay que convertirla en un foro de exhibiciones y actos. Hay que aprovechar cada iniciativa privada y pública. Me pregunto si esa lumbrera ha definido qué va a hacer para incrementar aún más la afluencia de visitantes a la capital antes de ejecutar movimientos contra ciertos segmentos del turismo. El ayuntamiento de una ciudad en declive necesita propuestas, no prohibiciones. Y en una ciudad en decadencia restar algo es un pecado imperdonable. Por eso León requiere su propio plan de turismo, en coordinación con el plan provincial y con el de vuelos del aeropuerto. Hay que centrar los esfuerzos y dar cauces a la actividad ordenadamente. Y alguien debería poner coto a las nuevas ocurrencias que nada aporten.

viernes, 17 de julio de 2015

LA DIPUTACIÓN Y EL PRERROMÁNICO

La semana pasada visité una vez más San Pedro de la Nave, en Zamora, y no pude evitar acordarme de San Miguel de Escalada. San Pedro es una iglesia del Siglo VII, pequeña, como se hacían en ese momento, y valiosísima porque apenas quedan edificaciones en ese estilo. Hay unas 10 en toda la península y no del todo completas. Allí se ha construido un centro de interpretación a fin de explicar por qué ese pequeño templo es tan valioso. Cierto es que el relato proporcionado es malo de solemnidad para el fin perseguido: que los visitantes de toda condición comprendan la importancia de lo que ven. Sin embargo los textos pueden –y deben- cambiarse, pero la obra ya está hecha. También habría que formar a la voluntariosa guía ... En San Miguel de Escalada falta un centro de interpretación del prerrománico leonés, donde se explique sin la mojigatería universitaria al uso –no vaya a ser que en Valladolid digan algo-, que bajo el Reino de León se desarrolló un estilo arquitectónico que es singular y del que quedan también unos 15 edificios. Hace falta que se entienda por qué una iglesia pequeña como San Miguel es un objetivo de visita para millares de turistas extranjeros cultos. Se podría hablar incluso de los distintos prerrománicos de la península y de sus diferencias, que existen, en periodo temporal, en técnica constructiva y en decoración. Y se puede aprovechar que en la provincia tenemos además de San Miguel de Escalada, Santiago de Peñalba, en el Valle del Silencio, Santo Tomás de las Ollas, en Ponferrada, y Palat del Rey, la única iglesia palatina de la época que queda en España. Pero además están Mazote y Wamba en Valladolid, Moroso, Santa Leocadia y Lebeña en Cantabria, Mixós, Ambía, Pazo y Celanova en Orense, y el oratorio de Samos en Lugo. León es el centro, el origen, y merece que el edificio más deslumbrante del conjunto tenga un centro de interpretación. La Diputación tiene la oportunidad de poner en valor este conjunto, que tanto caracteriza el arte leonés en la Historia. Y quedan en ámbitos más lejanos otros prerrománicos coetáneos, pero de más dudosa filiación como Lourosa, en Portugal, el núcleo de Burgos, Soria y La Rioja, el Serrablo de Huesca o el grupo catalán, más asociado éste a la influencia del Reino de los Francos. Todo eso cabe en un centro de interpretación ubicado en León, a los pies de San Miguel de Escalada. Un centro que debería contar con guías entusiastas y proactivos, que podrían estar también en el resto del conjunto edilicio y en el románico de transición, que también en León tiene importante presencia.

jueves, 9 de julio de 2015

LEÓN Y LA OFERTA INTEGRAL

He actuado varias veces como cicerone para mis amigos de otros lugares. Me gusta enseñar la ciudad, hablar de su crecimiento, de sus peculiaridades, de ese funcionamiento que la hace un ser vivo en el que cada barrio es como un órgano, cada edificio una glándula. León es una bestia remansada entre dos fuentes, un ente que parece desperezarse bajo el sol rojo de la tarde enseñando sus colmillos desiguales al estío, esas torres de la catedral que brillan como brasas en la lejanía. Y luego está eso que no es ciudad, pero sin lo cual la vieja Legio es inconcebible: el entorno más o menos próximo, las vegas de la carretera de Caboalles y las Lomas, el desfiladero de los Calderones y Mansilla de las Mulas, los cuestos rojos del Portillín y los viñedos más allá de Cembranos, el mercado dominical de Santa María del Páramo y el rumor del agua bajo los ojos del Passo Honroso. León es todo eso y sin todo eso es poca cosa, por más griales y botines que queramos echarle. Lo que hace de León algo extraordinario es un conjunto que desborda las rayas municipales como la leche que se desmadra al cocer. Uno de los hitos que más impactos causan entre mis acompañantes, quizás el preferido casi siempre, son las bodegas. Comer en esos úteros rojizos, en su atmósfera sedante, mientras desfilan los productos de la tierra en una coreografía perfecta vence cualquier última resistencia, da pie a un recuerdo imborrable, algo de lo que se habla tras años de la visita. Las bodegas son una parte imprescindible de la visita a León; y no se puede olvidar que están fuera de la ciudad, entre las brumas de una pequeña aventura. Y digo esto porque hubo un tiempo en que alguien de esos que tiene un problema para cada solución –y no al contrario, que sería lo lógico- decía que era imposible incluir las bodegas en la promoción turística porque estaban fuera del municipio capitalino. La promoción turística de León ha de ofrecer una visión integral y para eso habrá que adaptar las instituciones a lo que sea, a lo que haga falta. No puede admitirse por más tiempo una promoción de la ciudad sin las bodegas, sin tantas cosas que son la placenta donde crece el deseo de estar varios días alojado en León. Eso es lo que importa y no los reglamentos; y las nuevas corporaciones municipales y la diputación tienen la oportunidad de corregir un error que dura ya más de lo comprensible. Porque si algo está claro es que los visitantes no entienden de consorcios ni competencias municipales. Nuestros turistas quieren ver León en su integridad y no una ruta ahormada por mentes estrechas.

viernes, 3 de julio de 2015

PAISAJE Y ATRACCIÓN

El nuevo equipo de la diputación leonesa viene comandado por un hombre con positivo historial como gestor y una actitud proactiva que se ha traducido en resultados sobresalientes en su villa de adopción: Valencia de Don Juan. Por esta razón es un momento oportuno para realizar propuestas constructivas que no cuajaron en mandatos anteriores. Majo es un hombre con vocación de servicio al pequeño municipio, lo que resulta clave para valorar los recursos de una provincia que es, por encima de todo, territorio grande, paisaje rural y variado. Lo que el viajero puede encontrar en León llena los ojos. Además existe un aspecto que diferencia a este solar por encima de otros territorios: aúna la transparencia aérea y la luminosidad con espacios llanos y montuosos, y a los pies de trescientos kilómetros de cordilleras. Si algo puede hacer ameno un viaje por el terrazgo cisastur es la multitud de lugares excelentes para una observación panorámica, para una explicación a lo grande de lo que es León y todo lo que abarca. La provincia cuenta con vistas excepcionales que son impensables en la mayor parte de España, un placer gratuito que produce sensaciones difíciles de describir. Por eso la habilitación de miradores, de los accesos a estos lugares, proveerlos de información de aquello que se vislumbra de manera clara, inteligible y duradera es una forma de promocionar los espacios rurales. Para hacerse una idea podemos hablar de algunos como la Camperona, en Sotillos de Sabero: una de las mejores vistas sobre el Macizo de Mampodre y sobre la tierra llana. Otro lugar excepcional es el vértice Matadeón, en Matadeón de los Oteros, al lado de los repetidores, desde donde se aprecia los Oteros y toda la cadena montañosa cantábrica. Un sitio insólito es el mirador de Congosto, en La Virgen de la Peña, con prodigiosas puestas de sol sobre el Embalse de Bárcena. También el mirador de Santalla, con esas atardecidas brumosas sobre el wok berciano. Y no hay que olvidarse de lugares planos con ubicaciones privilegiadas por la especial nitidez del aire y las extensas perspectivas. La cima del depósito de agua de Santa María del Páramo es uno de ellos, o las zonas altas de El Burgo Ranero, donde podemos admirar las montañas nevadas de León y Palencia. Porque aquí se encuentran miradores singulares repartidos por toda la provincia. Solo hace falta voluntad y un poco de inventiva para hacer de una ruta por León un deleite paisajístico. Y Martínez Majo tiene la llave para conseguirlo. Mucho más porque hacerlo requiere ganas más que recursos económicos, y de eso vamos sobrados.