lunes, 30 de septiembre de 2013

Laciana y el Presente de León

Reclama la alcaldesa de Villablino la atención de todas las instituciones sobre la crítica situación que atraviesa su municipio-comarca. La actividad económica depende fundamentalmente de las empresas del grupo de Victorino Alonso. Como la pugna de este empresario con las empresas eléctricas y con el Ministerio de Industria parece llevar a un desenlace corporativamente fatal para él, el presente y el futuro laboral de Laciana y Ribas del Sil se torna oscuro. Esta situación era conocida hace tiempo, ya que algunas personas dijeron con claridad lo que podía pasar. Aún recuerdo, por ejemplo, una cena, tras el nombramiento de lacianiego del año, donde expuse lisa y llanamente a esta alcaldesa y al resto de comensales que quisieron escuchar que el ayuntamiento tenía una plantilla insostenible porque el declive laboral era imparable y la recaudación fiscal y las transferencias del estado se desplomaban. Poco se hizo desde entonces, me parece a mí. Ahora falta el dinero para las nóminas. Los fondos mineros se gastaron con poca inteligencia. Fueron varias las veces que se advirtió de la necesidad de abrir un túnel a Cangas de Narcea para consolidar una unidad poblacional de 40.000 habitantes por aquel entonces. Eso hubiese permitido fijar servicios públicos y expectativas empresariales nuevas, fuera del ámbito minero de Alonso. Murias fue refractario a esas indicaciones y lo que vino después poco más o menos parecido. En definitiva es la propia gestión municipal, que debiera haber sido un factor de liderazgo, la que ha llevado a la comarca a la encrucijada actual con una falta de perspectiva clamorosa. Si la actividad minera no se mantiene, Laciana y Ribas del Sil permitirán sostener una población de tres mil personas aproximadamente (hoy ronda las diez mil sólo Villablino, aunque está descendiendo rápidamente). De todas las zonas no urbanas de León es la que más tarde va a llegar a una realidad de práctico despoblamiento como la que se registra en la mayor parte de la provincia, si no se evita. Podemos decir que tal situación está consolidada en Babia, Omaña y Valdesamario, Luna, los Argüellos, el Porma alto y el Curueño, Riaño y Picos, Ancares, Fornela, Balboa, Valcárcel, Barjas, en la cuenca del Selmo, en las Cabreras, la Somoza, Cepeda, Ordás, el Páramo de Payuelo, la Requejada y en el Alto Cea. Comarcas todas con menos de 8 habitantes por kilómetro cuadrado: desiertos poblacionales. ¿Qué se puede hacer en Laciana y Ribas del Sil para paliar esta situación? Habría que actuar antes de que se llegue a una dimensión poblacional de no-retorno, que puede estar en unos cinco mil habitantes. Para ello hay que buscar fórmulas que mantengan algo de actividad minera, lo que podría suponer que Alonso salga de la misma para dar satisfacción a las eléctricas y al ministerio. En segundo lugar hay que aprovechar la repercusión social que aún existe –mientras la población no descienda demasiado- para reclamar la recuperación paisajística cuanto se pueda. La rehabilitación y embellecimiento de los pueblos, las áreas residenciales donde la gente debería quedarse, es fundamental. Nadie vendrá a vivir o visitar pueblos feos y descuidados, empezando por Villablino y San Miguel. En tercer lugar hay que recuperar actividades tradicionales y transformar las producciones en el Valle, para venderlas después fuera de él. En este sentido lograr alguna marca de calidad para el chosco, algún embutido, frutos del bosque, la mantequilla o queso sería un objetivo importante a medio plazo. El nombre de Laciana debe quedar ligado a una producción de calidad que podría ser incluso no comestible, como las maderas o algún tipo de piedra. En definitiva, la solución no puede ser únicamente que las instituciones se impliquen con Laciana. Son los lacianiegos quienes tienen que proponer las soluciones. Hay que romper con una pasividad emprendedora que puede terminar por dejarnos una comarca como las de Cistierna y Boñar en la actualidad. No hay más que echar una ojeada a Sabero para saber lo que esto significa.

lunes, 23 de septiembre de 2013

El Aeropuerto ante una Nueva Encrucijada

El Aeropuerto de León vive uno de los momentos más bajos de los últimos años. La causa hay que buscarla en la interacción de los diferentes agentes que influyen sobre su marcha. Comprender cómo opera cada uno ayuda a saber por dónde hay que retomar el apoyo a esta infraestructura. Primer actor: el Consorcio del Aeropuerto. Es importante no olvidar que León tiene un aeropuerto civil gracias al apoyo social que recibió esta iniciativa. La materialización de ese apoyo es hoy el Consorcio para la promoción del Aeropuerto de León. Este organismo lleva años operando bajo el influjo de personas que no conocen el mercado aéreo, que no entienden el mundo de la empresa y que no se han molestado en aprender ni lo uno ni lo otro. El Consorcio tiene, si quiere, la potestad de marcar destinos, de evitar contraprogramaciones de vuelos entre compañías, de poner límites a los precios de las empresas esponsorizadas y de proteger las rutas clave, que son las que aportan el grueso de los viajeros. Nada de eso se ha hecho, y alguien debería asumir la responsabilidad y permitir que otros hagan ese trabajo marchándose del Consorcio. Segundo actor: Air Nostrum. Esta compañía aérea intenta por todos los medios ahogar cualquier iniciativa empresarial de vuelos regionales para trabajar en una situación de monopolio u oligopolio y mantener precios altos en todo el país. La contraprogramación de Air Nostrum sumada a otros contratiempos y fallos de gestión ha tumbado a diversas empresas, sin que eso justifique los fallos de las mismas. Tercer actor: AENA y Aviación Civil. Aunque se trata de dos entidades diferentes, su actuación en los relativo a no garantizar la competencia entre compañías poniendo límites a la ejecutoria de "dumping" y contraprogramación de Air Nostrum, o a no intentar incrementar el tráfico aéreo a precios progresivamente más bajos -sin sacrificar la seguridad- las hace culpables directas del declive de numerosos aeropuertos regionales. Es un caso de mala gestión por ambas partes. Alguien debería poner orden en esas casas. Cuarto actor: las compañías regionales pequeñas. Todas ellas hasta ahora han intentado utilizar el apoyo del Consorcio para establecer una base de negocio sobre la que crecer inmediata y rápidamente. Ese ha sido su error. León tiene una ruta cuya ocupación está garantizada: León-Barcelona. Si se mima este vuelo se obtiene 40.000 pasajeros/año. Puede que con el tiempo más. Es la de mayor cobertura de la autonomía, incluyendo los vuelos desde Villanubla que tienen una ocupación un 10% inferior. En el resto de rutas se debe huir de las contraprogramaciones y duplicidades. No se puede volar a Tenerife porque ya va Air Europa, que lo hace bien. No se debe ir a Palma porque ese destino lo hace perfectamente Air Nostrum. Hay que buscar alternativas que no haya en el entorno, como Dublín, o apuestas seguras, como Londres. Finalmente estas compañías no deberían escuchar a la Junta de Castilla y León, cuya presencia hasta ahora ha resultado letal en La Virgen del Camino. Entonces ¿qué debe hacer el Consorcio? Volver al principio y reconstruir poco a poco: -Hay que garantizar un vuelo a Barcelona a las 8 para volver a las 21 a precios razonables. -Hay que atar los vuelos de verano de Air Europa, que vende León como destino turístico. -No hay que olvidar que el aeropuerto se hizo para traer gente a León, no para que los leoneses viajasen. -Hay que buscar un vuelo de bajo coste con destino sin competencia en los aeropuertos de alrededor. -El resto ya se irá viendo. ¡Ah! Y hay que poner un profesional –preferiblemente que no sea familiar de ningún político- a dirigir el Consorcio del aeropuerto y el de turismo simultáneamente. Y nunca se debe olvidar que ser alcalde de un pueblo leonés no proporciona la ciencia infusa. En estos temas siempre es preferible consultar a un técnico.

domingo, 15 de septiembre de 2013

León: un vacío informativo.

La etapa que estamos atravesando puede quedar como la de la desaparición de León del debate público peninsular. Quienes tienen la función de dar el contraste para que el nombre de nuestro territorio aparezca más allá de nuestras lindes han abdicado de esos deberes. León se hunde no ya en la irrelevancia informativa, sino en la práctica inexistencia. La presencia de un territorio a través de su nombre en los espacios públicos le hace visible. Lo que no se ve no existe y por eso León y sus problemas pasan desapercibidos, no le importan a nadie fuera de León en estos momentos. Esta manifestación de abulia representativa de nuestros próceres debe ser compensada cuanto antes. Quienes tienen responsabilidades públicas no pueden constituirse sólo en gestores de la rutina. Han de saber marcar un tempo para la impostura, para la llamada de atención, para lanzar ideas nuevas, contracorriente, ilusionantes e incluso excéntricas. Nada de eso está sucediendo en León. Y no es esta entrada una crítica velada a los partidos o a las personas, sino a las actitudes. El abandono del deber de representación de nuestras autoridades trasluce debilidades que no son admisibles en esos puestos. No caben los complejos de inferioridad, ni el desconocimiento del territorio administrado, ni la pasividad porque sí, ni incluso la deficiencia formativa. Representar a una provincia o a una ciudad es un reto a la creatividad y una invitación a sacudir modorras, además de gestionar basuras, jardines o asfaltados. Las actitudes pasivas hacia la información pública no caben en León, que ha sido históricamente un colectivo con ciertas vocaciones de liderazgo más allá de sus fronteras. Puede haber diferencias en cuanto a la interpretación de lo que signifique ese liderazgo, pero ninguna que justifique la postración en la que viven nuestras dignidades públicas. Es posible que a todo esto subyazca una razón de fondo: la falta de una idea de cómo debe ser León y de qué papel tiene que representar. La solución en ese caso es sencilla: pregunten. En León hay personas que tienen un modelo (cada una el suyo) de lo que León deber ser en los próximos 10 años. Contrasten pareceres y definan un modelo propio. A partir de ahí saldrá todo lo demás: el camino a seguir, la defensa de los intereses territoriales, las aspiraciones en cuanto a servicios públicos, las ambiciones de desarrollo económico ...