jueves, 5 de junio de 2014

LEÓN Y EL IMPULSO DE LAS CIUDADES

Las ciudades y, en general, las áreas metropolitanas han experimentado una importante transformación en los últimos decenios en casi todo el mundo. Las tendencias marcadas por los planes estratégicos de las ciudades más vanguardistas van poco a poco trasladándose al resto de ciudades, porque en realidad estas urbes van en la cabecera de la evolución, pero el resto siguen su camino. De esta manera el bienestar, la habitabilidad y la calidad de vida encuentran acomodo hasta en los últimos rincones de las metrópolis desarrolladas. León no ha sido una excepción. Desde el ya lejano despliegue del Ensanche hasta la revolución de los nuevos espacios peatonalizados en los años noventa, la ciudad ha seguido una trayectoria de mejora que la ha hecho amable y acogedora. Si bien en algunos momentos ese proceso ha sido producto de la iniciativa local, en otros casos llegó por la vía del seguidismo y la copia. En todo caso la ciudad a la que hemos llegado está bastante bien -a mi juicio- y por eso tanta gente quiere venir aquí cuando se jubila. Sin embargo el área metropolitana de León ha pasado por momentos de mayor pujanza y por otros de una declinante atonía. Se puede decir que éste es uno de los de estancamiento. La debilidad financiera y conceptual al frente del ayuntamiento central y de los municipios satélites está depauperando la progresión del conjunto urbano. No hay ideas nuevas y transformadoras; tampoco hay recursos para ejecutarlas; falta ímpetu para exigir a otras instancias cosas necesarias para que la ciudad no pierda porte; y se echa de menos un liderazgo ascendente sobre toda la corona metropolitana, constituida ya como un conjunto de barrios dormitorio funcionalmente dependientes del municipio capitalino. En una reciente convención sobre el futuro de las ciudades se expuso que el siguiente objetivo es hacer de ellas lugares para el progreso, centros donde sea fácil innovar, emprender y desarrollar iniciativas. Me pregunto si León es una ciudad fácil para el progreso o si está llena de obstáculos puestos por la administración, o por los propios ciudadanos y colectivos civiles con una visión anclada en coyunturas pasadas. Esa puede ser la actividad perfecta para un ayuntamiento sin recursos económicos: remover obstáculos a la innovación y el emprendimiento, garantizar la facilidad para que las iniciativas crezcan, educar a la población en las bondades del progreso y en los mecanismos que lo facilitan. León tiene una oportunidad en ese camino. Podemos volver a tomar la iniciativa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno de los inconvenientes que surgen cuando se fomenta León es qué León se fomenta. Lo vemos con la exclusividad de la promoción de las cortes parlamentarias que parece ser que sólo atañen a la Ciudá de Llión.

Todos los municipios tienen su identidad local. Todos somos leoneses pero no todos los leoneses somos de la Ciudad de León.

Anónimo dijo...

Solución:

gentilicio: "legionense" (de legio), gentilicio en vigor.

topónimo: -"Ciudad de León" (topónimo con el que fue nombrada la ciudad en los escritos 'ciuitate leione' o 'civitas legionense' que remarca ciudad y legionense por otra parte.

-"León del Bernesga". La coletilla 'del Bernesga' en honor a un elemento clave en la geografía leonesa en general y en la geografía legionense en particular; por la gran importancia de los ríos.

Lo mismo que Ferral pasó a llamarse 'Ferral del Bernesga'.


Parece algo chocante de primeras, -tal vez-, pero las variaciones toponímicas son una constante en los topónimos de nuestros pueblos...y no deja de estar basado en la historia. Legionense por ejemplo, es un gentilicio que se pierde cuando fue importante sobre todo para la ciudad.