jueves, 29 de mayo de 2014

DOS RUPTURAS DE LAS ELECCIONES EUROPEAS

Cuando todavía no nos hemos repuesto de las sorpresas que ha deparado la elección de parlamentarios europeos en España, podemos extraer algunas conclusiones renovadoras. Y esto es conveniente porque, si se continúa enfocando a los detalles, perderemos algunas claves del trascendental cambio de cultura política que se está produciendo. La conclusión primera es el descenso de la fidelidad del votante medio. El caso más gráfico es el del PP, que tenía un suelo electoral casi indestructible. Ahora ha perdido más de dos millones y medio de votos, y el número de apoyos es el más bajo de los últimos decenios. Al PSOE, con un electorado tradicionalmente menos fiel, le ha pasado lo mismo pero amplificado proporcionalmente. De hecho el conjunto de los dos partidos mayores no ha superado el 50% de los votos, lo que es una cifra insólita. Esto abre la puerta a gobiernos de coalición en el futuro, que es una buena noticia tras lo sucedido con la mayoría absoluta del PP. Los populares han tenido la mayor concentración de poder de la democracia y no la han utilizado para defender globalmente los intereses de estado. Hay omisiones imperdonables como la reforma de la administración pública o la definición a largo plazo de la política industrial o la energética. A nivel local todo indica que, aunque los resultados no son plenamente trasladables a las elecciones locales, los populares perderán la mayor parte de las mayorías absolutas municipales y buena parte de las alcaldías. Una segunda conclusión es que el voto del descontento, sin ser mayoritario, puede determinar la formación de mayorías de gobierno. Tal composición puede condicionar la adopción de medidas antisociales, como la contención de los salarios mínimos, e impulsar otras que controlen a grupos poderosos de influencia y a minorías adineradas, como la subida fiscal a las mayores fortunas. Si algo define a los partidos emergentes del descontento -UPyD, Ciudadanos y Podemos- es que no tienen programas de gobierno en sí, pero apuntan sin tapujos a los culpables de la crisis y proponen medidas concretas para corregir los abusos sobre el ciudadano medio. Eso puede cambiar profundamente la forma en que se gobierna, ya que hasta ahora el poder emana de élites de partido, que en buena medida viven del mismo y de conceder favores para recibirlos. Las nuevas formaciones no tienen prácticamente historia política y sus miembros carecen de ataduras sólidas con ese entorno. En definitiva, son mucho más libres para tomar decisiones que rompan el estatus quo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aiñññññ