jueves, 21 de mayo de 2015

DESCOORDINACION CULTURAL

El domingo pasado tuvo lugar un excelente concierto de órgano en la Catedral de León. Y era extraordinario por la calidad del órgano, que nada tiene que ver con el anterior, el marco de la Catedral, con las vidrieras iluminadas por el sol de verano, y el intérprete, Paolo Oreni, un reputado e internacional organista italiano. Por añadidura el programa era muy atractivo a la par que comprensible, con piezas de distintas épocas y un remate de improvisación, campo en el que Oreni está reconocido. Y encima de todo esto, era gratis. Todo reunía las condiciones para asistir a un buen concierto con una afluencia razonable de público. Sin embargo la asistencia podía rondar la exigua cifra de cien personas. Algunos turistas miraban asombrados los bancos vacíos. Buscando las causas de este desacierto, encuentro varias. Lo doloroso del caso es que se vienen repitiendo sistemáticamente sin que se ponga remedio. Por una parte está la escasa publicidad que se dio al concierto, del que tuve noticia por un pasquín del programa un par de días antes en la propia Catedral. Por otra parte está que en el Auditorio y al mismo tiempo existía un concierto de música clásica con otro intérprete. En los periódicos digitales no encontré referencias. En otras palabras, apenas se divulgó la información sobre el evento y además competía por el mismo público con otro similar. En estos días observamos cómo un montón de candidatos a la alcaldía se desgañitan explicando muchas cosas en términos tan precisos como “vamos a potenciar”, “impulsaremos” o “mejoraremos”, es decir, perdidos en la pura inconcreción. Una ciudad que pretenda tener proyección exterior ha de configurar una programación cultural. “Programa” es una palabra que nos trae a la cabeza conceptos como preparación, organización, divulgación y orden. Y ese programa, construido con convocatorias públicas y privadas de diferente procedencia, debe estar divulgado por el ayuntamiento, principal interesado en hacer de la ciudad un foro atractivo. A ver si los que vengan nuevos a regir la municipalidad tienen más claro este precepto, porque si algo sigue habiendo en León, a pesar de los recortes y de los obstáculos institucionales, es vida cultural. Y el ayuntamiento, sobrado de personal como está, debería poner publicidad por todas partes de tanto y tan interesante como se hace en esta urbe; de todo lo que se hace. Y que pueda fallar el público en una convocatoria menor es algo asumible, pero que en un concierto como el de Oreni falte público y que no haya un responsable municipal preocupado por el caso es inaceptable.

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