martes, 12 de marzo de 2013

Ponferrada, el Fin y los Medios

La moción de censura que acaba de presenciar el municipio ponferradino da pie a reflexiones más allá de la ira o el júbilo. Por eso conviene más la mesura que la verborrea fácil que el contexto mediático ha puesto como premisa para hablar del lío a tres bandas en la ciudad del puente, con el fondo de un juicio por acoso sexual acaecido hace unos años. Porque estos sucesos de hoy atañen más a la política y a la ética que a la justicia. En primer lugar hay que preguntarse por qué Folgueral se ha planteado lanzar esta moción de censura. Más allá de vaguedades del estilo de “la ciudad está paralizada”, no se le conoce propuesta concreta alguna. Cuando uno quiere acceder a una alcaldía debe tener una idea global, pero luego debe ser traducida en actuaciones concretas, algunas de ellas de calado grande, que sean transmitidas al ciudadano. Nada o poco de eso ha comunicado Folgueral. Sólo se puede concluir que él quiere ser alcalde, como Concha Velasco artista. Poco bagaje es ése para ilusionar a una ciudad de 70.000 habitantes. En segundo lugar está Álvarez, que cambia el alcalde y se va. Si en la maniobra no tiene beneficio, hay que pensar que estamos ante una pura venganza y si lo hay ... Poco fuste da esa motivación para tanta arrogancia. Álvarez transformó en otro tiempo la ciudad negra en una urbe agradable, una labor de altura, pero ahora ha terminado cayendo en lo trivial, en debates de corrala. Riesco ha mantenido la ciudad pulcra y deja la herencia del Mundial de ciclismo –crucial para la proyección de la ciudad-, que a su gestión le debe todo. Sin embargo le faltó impulso para mojarse en batallas mayores, de ciudad grande, como la Ponferrada-Orense, con la entrega que merecen. También la nobleza de no haber arremetido contra su partido en este momento amargo. El espectáculo del PSOE causa tristeza porque para ellos, en el fondo, nada importa Ponferrada. Importa la imagen, las luchas de familias, si éste es de los míos o no. ¿Qué quiere el PSOE para Ponferrada? Este es el drama imputable a todos los actores: el fin es una alcaldía, no unos ideales de gestión. Y los medios ... todo vale. Lamentable.

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