jueves, 11 de diciembre de 2014

HORARIOS Y CONTRADICCIONES

Los pequeños comerciantes de León hacen público el desacuerdo con la libertad de horarios y de días de apertura que, progresivamente, quiere introducir la Junta de Castilla y León. Argumentan la imposibilidad de competir con las grandes superficies por el público generalista. Por su parte la Junta basa la liberalización en unos determinados volúmenes de afluencia turística cuyo impacto es necesario aprovechar. Más allá de otras consideraciones los dos argumentos tienen aspectos contradictorios en sí mismos. La afluencia turística a cualquier lugar busca sobre todo los elementos diferenciales de esa zona, aquello que resulta nuevo, desconocido o exótico al visitante. Por eso el argumento de la Junta de que haya que abrir más horas, cuando se sabe que los únicos que pueden hacerlo son las grandes superficies, entraña un absurdo. Nadie va a hacer turismo a una ciudad para comprar en cualquiera de las grandes superficies franquiciadas, que son prácticamente iguales en todas partes. La desregulación horaria solo puede favorecer a aquellos que, con grandes facturaciones, diluyen los costes de personal por tenerlo muy escaso. No en vano se llaman “autoservicios”. Por su lado el pequeño comercio se basa en la atención personalizada, en la disposición de productos de carácter local y producción pequeña, que por su naturaleza no están presentes en la gran superficie. Ése es realmente el nicho que atiende al turista. Sin embargo los costes de personal son mucho más altos, la presencialidad de los dependientes es fundamental y las horas con baja afluencia de público suponen pérdidas importantes. Eso por no hablar del infraempleo, que se vive ya en las grandes superficies, por la baja actividad comercial devenida con la crisis. Si por debajo de un cierto umbral de facturación mensual no hay clientela a ciertas horas, solo queda reducir salarios, alargar las jornadas, reducir las vacaciones, excluir a los menos productivos por distintas causas; en definitiva generar empleo-basura. Todos debemos defender la limitación de horarios, o bien abrirlo todo: administración pública, bancos … No puede haber distintas varas de medir. Por eso, si no queremos degradar aún más las condiciones de vida de este país, hay que poner riendas a los horarios y también forzar las condiciones del pequeño comercio para hacerlas más flexibles, menos amodorradas y sujetas a costumbres que ya no tienen razón de ser. Esa es la forma de defender un pequeño comercio que no se puede convertir en tienduchas donde los empleados se eternizan.

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