viernes, 24 de abril de 2015

FIESTA Y GESTIÓN AUTONÓMICA

El 23 de abril se celebra, donde se celebre, el día de la autonomía de Castilla y León. La fecha se intenta revestir de dignidad, pero resulta difícilmente creíble. En su trayectoria política la Junta no ha conseguido recibir un reconocimiento unánime como institución legítima de todos los ciudadanos. Nunca ha sido reconocida plenamente en León. En el resto de las provincias, salvo en Valladolid y Palencia, no suscita reacción. La presencia de la Junta es una imposición de facto, una cosa que se encuentra uno, un telar puesto por las élites a mayor gloria de sí mismas. La Junta no es la institución de todos los ciudadanos porque es algo sobrevenido en unos casos e impuesto en otros. En su incapacidad para la autocrítica, la Junta no acepta la realidad de un territorio que 30 años después continúa desarticulado. La sensación de que se trata de un ejercicio de colonialismo, donde la metrópoli saca recursos de las colonias, está tan asentada que en muchos casos suscita el odio. A nadie se le puede escapar con los datos estadísticos ante sí que las 3 grandes autonomías: Castilla y León, Andalucía y Castilla-La Mancha, son un ejercicio político fallido. Acumulan los mayores desniveles internos de riqueza, la mayor desigualdad entre territorios, las diferencias sociales y de servicios públicos más sonrojantes del país. ¿Qué sería de estas autonomías sin las provincias tras el estruendoso fracaso que han significado como redistribuidoras de la riqueza? Y es Castilla y León la peor, la más desigual, la que menos esperanza ofrece. Se acaba de saber que esta autonomía es la que más población ha perdido de todas en el último año en términos relativos, y la segunda en términos absolutos. Está la cosa como para celebraciones. Y la cuarta parte de esa pérdida es de León, de ese territorio al que muchos junteros motejan de victimista. Que se lo digan al Instituto Nacional de Estadística. Y quizás ellos, los junteros, nos puedan explicar en su ineptitud cómo es posible explicar que miles de personas abandonen la provincia de León cada año desde hace muchos sin que la famosa Junta, responsable de la promoción industrial, consiga detenerlo. Igual es que los victimistas tienen razón. Porque ante tal desastre -no cabe otro calificativo- solo hay dos posibilidades: o los que mandan son una cuadrilla de incompetentes o esta autonomía es un error garrafal. Si la respuesta es la primera, que se vayan. Si la respuesta es la segunda y estos señores la defienden, es que les importa más el pesebre que los ciudadanos. Difícil elección.

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