viernes, 27 de mayo de 2016

ESPACIOS Y COLECCIONES

León es una ciudad con fuerte vertiente cultural: presentaciones de libros, exposiciones, conciertos, teatro, debates, conferencias... Es una faceta mucho más desarrollada que en ciudades de su mismo tamaño e incluso superior y se trata de un punto fuerte. Y esa fortaleza está más basada en la presencia de una importante iniciativa individual y asociativa que en la presencia de buenos gestores culturales, que los hay, pero no en gran cantidad. En León existen excelentes colecciones, producto unas veces de la iniciativa individual, y otras del trabajo de algunas instituciones. La increíblemente variada sobre biología, impulsada por Antonio Laborda, hoy decano de la Facultad de Biológicas, o la espléndida de maquetas de monumentos, de Francisco González Ferreras, son dos de los casos más conocidos y representativos. En ambos carecen de sede a pesar del enorme valor que ambas atesoran por motivos diferentes. Son colecciones cuyo coste económico se cifra en cientos de miles de euros. La tasa descomunal de esfuerzo para reunirlas es invalorable. Ambas son raras y de muy difícil réplica. Sin embargo no hay donde exponerlas. Por otra parte encontramos una inflación de áreas construidas sin uso definitivo por todo el área urbana. Hablar del edificio Araú en Trobajo del Camino, sin proyecto definido para su contenido después de una inversión de 6 millones de euros, es un pecado mortal. Qué decir del antiguo edificio de la Escuela de Minas, o del enorme complejo del Palacio de Exposiciones, o del magno seminario, hoy envuelto en las obras del Museo de la Semana Santa, por citar solo algunos. Son receptáculos en busca de contenidos atractivos, que hagan de esta ciudad un foco de cultura aún mayor de lo que es. Y hay que concebir los museos como algo dinámico, sede de actividades, fuentes de pensamiento y reflexión, amigos de la iniciativa ciudadana, hogares de la cultura colectiva vividos por todos. Por eso el gran reto de cada museo es acoger la vida diaria, participar como un organismo vivo en el acontecer rutinario. Y es ahí donde la gestores culturales y otros dinamizadores toman protagonismo. Por eso hay un nicho profesional que explotar en esa esfera de actividad. En consecuencia las colecciones de Ferreras y Laborda son oportunidades para poner en valor edificios y personas. Con ellas debe florecer esa vocación leonesa de crear y divulgar, de agitar y entretener, de hacer de esta ciudad una construcción colectiva basada en un pasado potentísimo y abierta a las tendencias que llegan y a las que se crean en su propio seno.

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