jueves, 1 de junio de 2017

PATRIMONIO E INCOHERENCIA

El lanzamiento del turismo como uno de los elementos centrales del desarrollo de León implica la atracción de visitantes para disfrutar de un lugar diferente. Si León llegase a ser como cualquier ciudad, tendría la misma incidencia turística que Ciudad Real o Huelva: muy poca. Lo que puede dar una ventaja a León en el campo turístico es su condición de ciudad patrimonio. Desde un planteamiento puramente economicista interesa preservar todo aquello calificable de raro o infrecuente. Mucho más si tiene el valor de lo antiguo. Sin embargo las últimas actuaciones en el campo del patrimonio en la ciudad legionense son incoherentes con la pretensión de convertirla en destino turístico. Al margen de las despedidas de soltero y del chateo en los bares del Barrio Húmedo -que es turismo necesario, divertido, pero económicamente de medio pelo-, existen otros segmentos de público. Quien pueda venir con un poder adquisitivo superior quiere ver normalmente cosas valiosas y peculiares. Y en ese sentido, puramente contable, es destructivo lo que se está haciendo con la Plaza del Grano, o con el derribo de una casa de cinco siglos en la Calle de los Cubos, o, yendo más lejos, la destrucción de Sublantia, el yacimiento arqueológico a los pies de Lancia. Por más que todo esto pueda no interesar a mucha gente, los que más pagan por viajar sí quieren verlo. Y la economía es cuestión de números, por lo que si se aspira a una ciudad turística hay que redactar un inventario de patrimonio, una reglamentación estricta -dentro de la lógica- para cumplirla y un plan de valorización de todos los recursos, tratados éstos como parte de un conjunto que se va a ofrecer. Lo que se ha hecho hasta ahora es declarativo pero poco real. Las cosas van saliendo más o menos porque el AVE trae gente, y es rápido y barato. Si pretendemos un turismo potente y comprador hay que hacer algo más. A este respecto y por empezar la casa por los cimientos, habría que plantearse el papel de la comisión de patrimonio. O falla la comisión o fallan sus miembros porque el funcionamiento en los casos citados ha sido lamentable. Permitir una autovía sobre una zona arqueológica fue una pifia. Dejar que la obra del Grano continúe es otra. El derribo de la casa de los Cubos es un episodio más. Hay que cambiar la comisión o los miembros, si se quiere actuar en serio para ser una ciudad patrimonio. No se trata de culpabilizar a nadie, sino de gestionar algo que no funciona como debe. Pero en definitiva, se debería hacer un inventario rápido de patrimonio y un programa de valorización urgente. ¿Habrá voluntad y coherencia para ejecutarlo?

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