lunes, 28 de mayo de 2007

Rechazo a la Autonomía

El pasado domingo tuvo lugar la tercera manifestación que el colectivo Ciudadanos del Reino de León había convocado por la Autonomía del País Leonés. Las dudas sobre su oportunidad estuvieron presentes en las horas previas, puesto que muchos leoneses se habían marchado aprovechando el puente. Por añadidura, el apoyo de un partido a la manifestación podría haber restado – se pensaba- manifestantes de otras formaciones a la protesta. A ello se sumó la habitual pobreza de medios para su difusión.

Pese a todo, una vez transcurrida la convocatoria, la mayoría de las fuentes coinciden en situar por encima de diez mil el número de asistentes. Nos encontramos, pues, ante la manifestación reivindicativa más grande que haya tenido lugar en León en los últimos años.

Por otro lado, hay que valorar que en cada una de las tres ocasiones en las que Ciudadanos del Reino de León llamó a la protesta el número de personas fue creciendo hasta más que duplicarse. Esto supone que la iniciativa de un grupo de particulares, sin ligaduras políticas, se ha convertido en una corriente de expresión colectiva con gran poder de arrastre.

Tal coyuntura se contrapone a la presunción de una reforma del Estatuto de Autonomía pactada y “que no va contra nadie” esgrimida por algunos. De hecho pone en entredicho el proceso para su elaboración, impregnado de secretismo y de ausencia popular. Así las numerosas celebraciones de la Junta en torno a su fiesta de Villalar, bien sembradas con fondos públicos, demuestran que existe una élite que, aislada de los problemas de la calle, no responde a las necesidades y aspiraciones del País Leonés.

Llama la atención poderosamente la media de edad de los participantes en la manifestación. La sobreabundancia de parejas con niños, y de jóvenes de veinte y treinta años trasluce por dónde puede ir el futuro de esta tierra en el momento en que se consumen ciertos relevos generacionales.

Otro aspecto a destacar es la concurrencia de militantes del PP y del PSOE al acto reivindicativo. Que gran parte de la militancia de los dos grandes partidos en León denosta este ente autonómico en privado es un secreto a voces. Si a eso se le añade que algunos se atreven ya a salir en una manifestación a favor de la autonomía leonesa se induce que ciertos corsés se están rompiendo en esa afiliación. Es cuestión de tiempo que se hagan públicos los enfrentamientos entre militantes del mismo partido, pero de distinta región por aspectos cuyo trasfondo es la cuestión autonómica. Y digo “públicos” porque los choques en privado se han producido en numerosas ocasiones.

En resumen, el tiempo juega a favor de los partidarios de la Autonomía del País Leonés. Justo lo contrario a lo que sostenían los acólitos de Villalar, que pretendían arreglarlo con la chequera.


jueves, 24 de mayo de 2007

Campaña y tendencias

La campaña electoral en León puede sobresalir por ser la que más información generó hasta el momento a través de las encuestas. Esto ha permitido que, registrando sus resultados y el momento de realización de las entrevistas, se deduzca la evolución de los votantes. Se puede colegir así la respuesta del mercado electoral ante la actividad desplegada por los candidatos.

El cabeza de cartel socialista partió con un apoyo superior, aunque debemos valorar que llevaba en precampaña varios meses. Eso le había dado cierta ventaja en el arranque de la campaña. Sin embargo, una vez desencadenada ésta, se ha traducido en una pérdida progresiva de eco. Las propuestas del candidato socialista no están teniendo el recibimiento esperado -quizás por haber agotado la atención del votante- y la distancia con los populares se reduce poco a poco. Puede que Fernández adolezca de demasiada dispersión de propuestas y de una explotación poco focalizada de las ideas centrales.

El candidato popular ha seguido una trayectoria inversa, ya que partía con peores pronósticos. Tras abandonar la introversión que le caracteriza, ha frecuentado las calles, lo que le ha permitido recobrar impulso entre sus propios votantes. Además ha hecho un alarde de habilidad arreglándoselas para seguir gobernando, pero sin aparecer en compañía del tránsfuga que le apoya ni entrar en conflicto con él. Pese a todo, su mermada credibilidad al haber conducido el ayuntamiento a la penuria circunscribe sus posibilidades a recuperar votantes perdidos y a contener el voto de protesta en las filas conservadoras.

La UPL arrancó con unos pronósticos pobres, con el hándicap de que estaban inducidos por el tratamiento que los medios dieron de la espantada del tránsfuga. La salida en tromba de Conceyu Xoven, que ha dado otra lección de eficacia con la masiva pegada de carteles, llenó de presencia leonesista la ciudad. Chamorro ha ido ganando confianza en sus intervenciones, cubierto por Pardo y Valderas, y se está transformando en la cara amable de esta campaña. Sin insultos ni estridencias, con argumentos claros, la terna leonesista está reconquistando una intención de voto similar a la de otras convocatorias municipales.

Por su parte, las elecciones autonómicas no suscitan la misma emoción, ya que parece que León no influirá en la abultada victoria de Herrera. Si los resultados no se apartan de la derrota que indican las encuestas, Villalba se aproximará al final de su ciclo político. Además estas elecciones podrían confirmar el declive de Otero si sus resultados no son buenos, pues aún se recuerda cómo llegó a las listas su número dos, o el desmantelamiento de la UPL en el Bierzo en aras de un pacto que decidió personalmente, que supuestamente le beneficiaba y que, si no hierran los sondeos, será un fracaso.


miércoles, 23 de mayo de 2007

Junta y exclusión cultural

Entre las vertientes en las que la Junta de Castilla y León tiene una actuación contraria a los intereses de León se encuentra la cultura. La reciente inauguración del auditorio de Valladolid es el penúltimo capítulo de esta lista de abusos.

A dicho edificio se le ha colgado el nombre de Auditorio de Castilla y León. Quizás por eso el Ayuntamiento de Valladolid no pagará parte alguna de la obra. El recinto en cuestión es megalómano, puesto que se trata de uno de los más grandes de Europa, con 1.700 asientos, pese a que en Valladolid se registra una afición a la música clásica más tenue que en León.

El coliseo se ubica a las afueras de la ciudad, por lo que los aficionados necesitarán de coche para acudir a las actuaciones. En consecuencia se intuye una asistencia menor a la obtenida por las mismas en el Teatro Calderón -donde habitualmente tenían lugar-, al que muchos aficionados llegaban andando. Por cierto, también el Calderón ha sido restaurado por la Junta, pese a ser la Diputación vallisoletana la titular de ese escenario.

Si se suma el coste del auditorio, 72 millones de euros, al de la restauración del Calderón, 5 millones más, obtendremos la cifra de 77 millones de euros. En otras palabras, las principales sedes escénicas de Valladolid han costado trece mil millones de las antiguas pesetas a los contribuyentes que, mayoritariamente, son de otras provincias.

Es inevitable comparar esta actitud con la del teatro Emperador en León -alter ego del Calderón con los matices que se quiera-, para cuya recuperación la Junta no asiste en nada, o con la del Auditorio de León donde el Ayuntamiento tuvo que sufragar una parte de la construcción.

Las circunstancias son aún más inasumibles cuando se descubre que, ante la penuria de fondos en que ha quedado la consejería, la programación musical leonesa, más asentada y concurrida que la pucelana, ha visto recortar notablemente sus ayudas. Además parece que la consejería contraprograma ciertas actuaciones en León que, por cierto, lideran algunas iniciativas privadas con dedicación y veteranía.

Igualmente es injusto el menosprecio al meritorio trabajo de la veterana Orquesta Odón Alonso, que no recibe ayuda de la Junta, en contraste con el monopolio de la Sinfónica de Castilla y León que, contra la lógica, tiene su sede también en Valladolid.

Dentro de esta revisión no se puede olvidar la Feria del Libro leonesa, que mantiene una digna programación a pesar de la inhibición económica de la Junta. Por el contrario la de Valladolid, autodenominada “Encuentro en Castilla y León”, recibe desde el ente miles de euros y libros gratuitos.

En conclusión, el mensaje de la Junta es claro: en lo cultural los leoneses estamos excluidos. Mientras tanto ¿a qué se han dedicado nuestros procuradores?.

lunes, 21 de mayo de 2007

León, Junta y Hospitales

El traspaso de la atención hospitalaria a las comunidades autónomas perseguía que el Sistema Nacional de Salud se adaptase a las necesidades de cada lugar, a fin de mejorar la calidad del servicio en toda España aquilatando, a su vez, los costes.

En el caso de la autonomía en que nos colocaron, la atención hospitalaria pública viene manifestando un proceso de deterioro relativo traducido en aumentos del tiempo de espera para una intervención, la infradotación de personal o la centralización antisocial del servicio. Hoy tocaremos aspectos de calidad asistencial en la provincia leonesa.

Se trata de una de las más pobladas del interior de la mitad norte y la quinta del país en extensión. En consecuencia, para dar una cobertura adecuada de servicios hospitalarios se deberían seguir, entre otros, dos criterios clave: número de camas disponibles y localización de los hospitales cerca de las familias. En lo referente a las plazas ofertadas, podríamos aspirar a una cantidad suficiente con arreglo a la demanda que genere la idiosincrasia leonesa. Según el Catálogo Nacional de Hospitales 2006, del Ministerio de Sanidad y Consumo, León dispone de 1.419 camas en hospitales públicos. Como la población a 1 de enero de 2006 era de 498.223 personas, la ratio de camas por cada mil habitantes quedaría establecida en 2,85.

Esta medida está entre las peores de nuestro entorno, aunque Valladolid, Palencia, Lugo y Cantabria tienen una dotación ligeramente menor. Pero esta clasificación no es real por dos razones: la obra de reforma del Hospital de León –a costa de no construir uno nuevo como en Valladolid- redujo su capacidad desde los 1050 ingresados hasta menos de 1000, lo que nos emplaza en la cola del escalafón provincial. Dicho estado de cosas no es circunstancial, ya que las obras dieron inicio en 1998 y su conclusión rebasará 2010. A más abundamiento, León cuenta una población envejecida y, por tanto, con alta demanda de servicios hospitalarios. Sirva de comparación que, frente a los noventa mil pensionistas de Valladolid, León cuenta con ciento cuarenta mil.

Por añadidura, la distribución de los centros sanitarios en León, territorio montañoso y extenso, es deficiente. Sólo Ponferrada y la capital ofrecen hospitales a las familias. Como contraste, Asturias, con el doble de población y menos superficie, levantó centros en Langreo, Mieres, Avilés, Cangas de Narcea, Coaña, Gijón y Oviedo; Cantabria, con población similar y la mitad de superficie dispone de centros en Santander, Laredo, Piélagos, Reinosa y Torrelavega; Orense, menos poblado y extenso, en la capital, Verín y O Barco de Valdeorras.

En resumen, la Junta mantiene la Provincia de León en los márgenes del sistema sanitario. ¿No resulta urgente aplicar políticas propias en la Región Leonesa?

Sanidad y Elecciones

La semana pasada evaluamos la depauperación que sufre el servicio sanitario en León desde que fue transferido a la Junta. Como se expuso, la proporción de camas públicas disponibles en nuestros hospitales está manifiestamente por debajo del de las provincias de nuestro entorno. Aparte de esto, habíamos comentado cómo la distribución de los hospitales con criterios de acercamiento a los ciudadanos, que se produce en otras provincias, se contrapone a la concentración que se observa en una tan grande como la leonesa.

Debido a que las críticas a la gestión sanitaria son crecientes, la Junta ha intentado contrarrestar sus efectos con una serie de medidas antes de las elecciones. Así, en la pasada semana se hacía pública una subvención para la mejora de tres hospitales privados – uno de ellos en León-, habitualmente concertados con la administración autonómica. Nada se puede decir contra estos centros, que prestan los servicios de hospitalización con una eficiencia notable para los medios económicos que se les proporcionan. Sin embargo este episodio no deja de ser un síntoma de lo que ha propiciado el gobierno de la Junta en León.

En vez de avanzar hacia la equiparación del número de camas hospitalarias públicas con la demanda, se recurre desmedidamente a concertar este servicio con centros privados. Es necesario explicar que dicho proceder se debe a que mientras una plaza en los centros públicos viene costando unos 300 euros por día, en los privados concertados se está pagando a poco más de 100 euros. En otras palabras, una cama de concierto cuesta menos de la mitad que una en un hospital público.

Los hospitales concertados de León reúnen 701 camas según el Catálogo Nacional de Hospitales 2006: prácticamente la mitad del total disponible para todo el SACYL en este apartado. En consecuencia el caso de esta provincia carece de parangón con cualquier otra del ente o el entorno. De ahí se concluye que la Junta contiene el coste de los servicios sanitarios generales abaratándolos, sobre todo, en León.

En contraste, la Junta publicitó en los últimos días la instalación de un servicio de litotricia en León. Esto se explica porque aquí se habían realizado una de cada cuatro del total autonómico en 2006. Resulta sospechoso que se difunda la noticia justo antes de las elecciones; más aún cuando es público que las principales dotaciones de aparataje hospitalario, litotricia incluida, se fijan en Valladolid.

Por si fuera poco el máximo responsable de la Junta reclamó mayor financiación para la sanidad debido a los problemas que origina la propia configuración autonómica: “extensa y dispersa”. Así se aprecia que estos problemas tienen su origen, entre otras razones menores, en un diseño territorial inadecuado, y León, finalmente, resulta el perdedor por enésima vez.