miércoles, 10 de septiembre de 2014

UN FUTURO SIN TRABAJO

Comentan algunos gurúes que el futuro laboral se complica. Sostienen que la necesidad de trabajadores desciende sin remedio. Esa coyuntura nos llevaría a tener un paro estructural –otra forma de decir paro irresoluble- muy alto. Sin embargo este diagnóstico no es del todo cierto porque podemos apreciar modelos sociales (cada país representa un modelo social) en que no hay un paro estructural sustancial. Cuando observamos esos países lo primero que nos llama la atención es que los salarios, incluso en trabajos poco cualificados, son muy altos respecto a los de España. Lo segundo es que los que más ganan en esas sociedades, no ganan más que los ricos de la nuestra. Eso significa que son sistemas económicos que se basan en recircular el dinero a través de las rentas del trabajo, es decir, de los salarios. En realidad lo que sucede allí es que los precios, arrastrados por los costes salariales, son también muy altos. De hecho el poder de compra de un ciudadano medio en esos países no es superior al de un trabajador de clase media alta en España. Sin embargo eso es compatible con que nadie o casi nadie viva en condiciones precarias. Por lo tanto la conclusión acerca de los gurúes que tienden a justificar el alto paro estructural es que sus asertos son más ideológicos que técnicos. Hay personas que creen que para no cobrar impuestos a los ricos se puede justificar que haya gente pobre, que para que los ricos cobren ilimitadamente mucho se puede admitir que haya gente en la miseria. El mensaje se suele mandar a la inversa para despistar: los ricos no deben pagar impuestos y tienen que poder ganar cuanto puedan porque eso producirá inversión y desarrollo económico para el resto. La práctica nos enseña que eso es falso. Los ricos pueden y deben serlo, pero el acuerdo social ha de establecer límites en las diferencias entre los que menos ganan y los que más, y también debe gravar con más impuestos a los que más ganan. Así es en los países que representan la cumbre del desarrollo social: centro y norte Europa. Y para llegar a esa conclusión no hace falta más que abrir los ojos y mirar el entorno de las economías nacionales ahora que los datos fundamentales son de libre acceso. Por eso el reequilibrio social español debería basarse en inyectar más recursos entre los trabajadores que ganan el salario mínimo, limitar en una escala cuántas veces puede multiplicar el que más gana de una empresa el salario más bajo, y mantener los impuestos directos progresivos cuidando de que quienes más tienen, paguen más porcentaje: socialdemocracia de toda la vida.

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