viernes, 23 de octubre de 2015

EL NOMBRE DE LEÓN

Recientemente me mandaban un artículo de prensa sobre la ciudad de León. En él se hablaba de su capacidad para sorprender al visitante. No obstante se decía que la urbe es castellana. Igualmente se ha tenido conocimiento de que en un examen de selectividad donde se ha puesto como materia de examen un mapa descriptivo de la etapa medieval en el que se omitía al Reino de León. La primera cuestión que se plantea es que estas afirmaciones son incorrectas. León no es una ciudad castellana porque la correcta geografía histórica así lo dice. La segunda cuestión que viene a cuento es que se está facilitando el borrado del nombre de León en casi todas las vertientes. Una tercera cuestión es que, al perder el nombre como personalidad histórica y geográfica, León pierde importancia ante todas las instancias e individuos. Me pregunto si las personas que tienen los recursos para que el nombre de León aparezca con corrección, para que no sea omitido o para que tenga la relevancia que merece están haciendo lo que deben hacer. Y lo que deben hacer es defender la corrección, evitar la omisión y defender la importancia de León. A veces tengo la impresión de que los políticos hacen muchas cosas que no deben hacer y, en cambio, dejan de hacer otras que son su obligación por mandato legal, como éstas. Tampoco la cátedra universitaria queda en mejor lugar, reducida a la condición de florero en muchas de estas ocasiones. Y si quienes tienen que poner las cosas en su sitio no las ponen, alguien les llamará la atención. Y posiblemente les parecerá mal, pero esta dejadez es muestra o de ignorancia o de incompetencia. Que León sea aludido como ciudad castellana en un periódico contribuye a su indiferenciación, a hacer más difícilmente vendible su oferta. Porque Castilla es un significado indiferente, un totum revolutum de la medianía en la mente de muchos ciudadanos. ¿Qué es lo diferente de Castilla? Nada, porque Castilla nada es en sí. Que se haga desaparecer a León de la historia es además de incorrección una minusvaloración del pasado y del patrimonio singular. Y eso es justamente una de las ofertas más interesantes de esta ciudad, provincia y región. Y por último, que se acepte la pérdida de la personalidad regional de León como historia, geografía o economía es, además de muchas otras cosas, rebajar la capacidad negociadora con las instituciones. No se comprende que los próceres leoneses acepten ir con la cabeza baja a negociar cada vez que salen de León. Me parece que sobran complejos y falta liderazgo y orgullo colectivo. A ver si ponemos las cosas en su sitio.

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