martes, 15 de junio de 2010

Burka y Libertad Religiosa

España camina hacia una libertad religiosa propia de un estado moderno, donde se garantiza la libertad de pensamiento. Dentro de esa tendencia se está produciendo una progresiva y lenta eliminación de los signos externos católicos en los espacios adscritos a la administración pública. De esta manera se garantiza que nadie pueda sentirse presionado en esa vertiente, pese a que el catolicismo configura la médula de la escala de valores tradicionales de este país.
En otra faceta existen manifestaciones religiosas tradicionales que tienden a infravalorar a la mujer por el hecho de serlo. Hay que recordar que hasta principios del Siglo XX la mujer carecía de alma, según los papas. Estas expresiones van siendo relegadas de la vida pública y, si en algún caso se mantienen lo hacen ligadas a celebraciones concretas, sin más trascendencia, como el velo de las manolas de las procesiones. En resumen, la sociedad española está retirando de los espacios públicos aquellos símbolos que atenten contra la igualdad de sexos o que ocupen un espacio que nos es común, más allá de lo ligado a la cultura tradicional autóctona.
Las prohibiciones municipales del burka y otras prendas estrictamente ligadas a las mujeres está resultando controvertida. Hay que subrayar que estos signos lo son de sometimiento y subordinación de la mujer. Además no son tradicionales en España. Por lo tanto entran en colisión con valores que la sociedad española establece como irrenunciables: el laicismo y la igualdad de sexos. Nada tiene que ver con la tolerancia a otras culturas o creencias la implantación de actitudes y tocados retrógrados. Son simplemente inadmisibles; más en un momento en que la comunidad católica, la autóctona, sacrifica sus signos externos en aras de una convivencia más satisfactoria. Hay que cortar de raíz a quienes pretendan justificar con circunloquios una invasión del espacio público con elementos irrespetuosos.
El estado debe tutelar que cada uno y, sobre todo, cada una puedan pensar o creer en lo que les dé la gana mientras permanezcan en suelo español. Lo demás es humo de paja, que mucho se ve, pero nada contiene.

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