miércoles, 20 de julio de 2011

A Vueltas con la Crisis y la Justicia

La semana pasada hablaba de la necesidad de simplificar nuestro marco legal. Comentaba que la crisis económica ha abierto muchas oportunidades para cambiar y mejorar nuestro país, y esa es una de ellas. Un buen amigo me decía tras leer la columna que no había entendido a qué me refería y no le falta razón. Hay veces que, a fuerza de mostrarse moderado, un servidor se vuelve poco claro y, si malo es pasarse, peor es quedarse corto.
Cuando argumento que es necesario simplificar nuestro aparato legal y la normativa que lo sustenta me refiero, por ejemplo, a que es inadmisible que se emita hace dos semanas la sentencia que declara legal la bajada de salarios de los funcionarios decretada en mayo de 2010. No se puede aceptar que las sentencias difieran años respecto a los hechos juzgados. Si la justicia tiene sentido como corrección o reconducción de una circunstancia es porque exista una relación inmediata entre la causa y el efecto, entre el supuesto delito o irregularidad y la pena o enmienda que dicte la sentencia.
Si eso no es posible por la propia idiosincrasia del país hay que empezar a podar un aparato que resulta inoperante. Sobran leyes en una justicia en la que lo primero que importa es saber qué juez lleva una causa porque el resultado variará con toda probabilidad según quién lo lleve. Sobran los procuradores, que nadie sabe a estas alturas de la informática para qué sirven, salvo para gastar dinero sin que se aporte valor añadido alguno. Sobran honorarios de abogados por unos procesos que se prolongan injustificadamente en una institución escasa, lenta, poco auditada y con un rendimiento discutible.
El sentimiento entre la ciudadanía es que la justicia no funciona: no es inmediata, es blanda con los auténticos delincuentes, a los políticos apenas los toca, a los banqueros irresponsables ¡qué decir! El ministerio judicial hace aguas, y los ciudadanos y empresas se cansan de pagar un engranaje que no cubre las expectativas, pero al que nadie se atreve a criticar abiertamente. Cuando digo que hay que simplificar el marco legal digo que sobran leyes y falta eficiencia. ¿Ha quedado claro, Paco?

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