miércoles, 6 de julio de 2011

Crisis y Cristianismos

Hasta para quienes no somos religiosos resulta inevitable reconocer que bajo los valores de la sociedad occidental subyace la pasta ideológica del cristianismo. Incluso la Declaración de los Derechos Humanos, tan revolucionaria en su origen, bebe en las fuentes bíblicas. Aún así Occidente ha colado la tabla como referencia para el resto del mundo no cristiano.
Sin embargo no hay un solo cristianismo, sino varios. De forma gruesa se podría categorizar en dos tendencias generales: por una parte está el catolicismo y la iglesia ortodoxa, y por otro los evangelistas, que tienen en Lutero un hito fundamental. Ambos grupos representan dos formas distantes de relación del individuo con la trascendencia y con la sociedad que le rodea.
La escala de valores protestante aborda la relación del individuo con Dios de manera unipersonal y sin intermediarios. El sujeto es responsable de sus actos y no puede esconderse tras de nadie. Por el contrario, la moral católica atañe más al colectivo y le atribuye las responsabilidades.
Estas cuestiones, que a mucha gente le pueden parecer laterales, son de plena actualidad. La causa es que la crisis económica está poniendo a una de las dos tendencias ideológicas como perdedora. A poco que se mire el mapa queda claro que los países de mentalidad católica están más afectados por la crisis debido a comportamientos individuales (de los políticos y mandatarios) y colectivos (de la ciudadanía) que no se adaptan a la austeridad y la laboriosidad calvinistas y anglosajonas.
La preeminencia de la mentalidad protestante en las soluciones a esta crisis económica, que lo es también de valores, está realzada. La falta de responsabilidad individual ante el resto de la sociedad es lo que conforma la raíz de gran parte de las actuaciones fallidas de políticos, empresarios, banqueros, ejecutivos y ciudadanos del sur de Europa. Mientras en el norte llevan a juicio a los responsables, en el sur los mantienen sin apenas cuestionarlos. Sólo la fuerza de los hechos consumados va a arrastrar esta mentalidad de sometimiento al poder hacia una posición más contestataria y, al fin, protestante.

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