miércoles, 23 de enero de 2013

Universidad: Crisis y Oportunidad

La reducción de recursos económicos destinados a las universidades está provocando un replanteamiento de su actividad educativa. En los últimos años los centros españoles habían desdoblado carreras a base de especializar los estudios. A eso se sumaba la proliferación de facultades y campus sin lógica alguna. El resultado final fue la emisión de miles de titulados en disciplinas que el mercado de trabajo demandaba con una intensidad muy inferior. Hay que decir abiertamente a la comunidad universitaria que, desde ese punto de vista, se ha estado engañando a miles de alumnos, ciudadanos al fin, a los que se generó expectativas falsas. Todo para conseguir que dedicasen al menos 3 años de sus vidas a estudiar a mayor gloria del profesorado y las estructuras departamentales. En las facultades no se habló abiertamente de exceso de estudiantes ni a éstos ni a las instancias superiores, porque era más cómodo y personalmente beneficioso callar. No se adoptó la actitud combativa que un colectivo sedicentemente elitista hubiese debido adoptar. La crisis ha traído la posibilidad de remover unas estructuras atrincheradas en la rutina y sin embargo ya se percibe el peligro de que esta reforma sea otra oportunidad perdida. Es necesario poner de manifiesto los problemas más graves de la institución universitaria para acometer su solución. No es posible seguir expidiendo títulos, en una suerte de academicismo industrial, para disciplinas que el mercado no demanda porque se está engañando a mucha gente. No es posible superespecializar las carreras si no se integra profesorado de las empresas del sector. Los profesores criados perpetuamente a las ubres de la universidad no pueden hablar de la experiencia diaria en esos ámbitos, de sus necesidades y problemas. No es posible mantener juntas las enseñanzas de aplicación directa y las estrictamente teóricas, que hay que preservar en una medida justa: ni más de lo necesario, ni menos de lo conveniente. No es posible sostener profesorado didácticamente desastroso en algún caso, o el que requiere el apoyo de sospechosas academias. Para resolver todo eso puede servir esta reforma.

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