martes, 2 de julio de 2013

El Censo de Población como Síntoma

Según las cifras del censo de enero de 2013 facilitadas por el Instituto Nacional de Estadística, León descendió hasta los 490.000 habitantes. En este proceso, que viene registrándose desde hace más de dos décadas, es importante que se conozca cómo van resistiendo la erosión las ciudades. Sabemos que el campo se vacía en toda España, pero el futuro de cada provincia se cifra en que las áreas metropolitanas mantengan o incrementen su población. Si la red urbana se debilita, es inevitable el decrecimiento a largo plazo. La actividad económica y humana se concentra en las ciudades. Su declive marca el declive de todo el territorio, que perderá servicios, oportunidades de negocio, empresas, atractivo y finalmente calidad de vida. La diputación y los ayuntamientos urbanos deberían ejercer una estrecha vigilancia sobre estos parámetros para actuar en consecuencia y no permitir su degradación. En este censo se observa que además León se encuentra inmerso en un entorno provincial depresivo: La Coruña, Lugo, Orense, Asturias, León, Palencia, Zamora y Salamanca pierden población con rapidez. La configuración del poblamiento está cambiando deprisa. Vamos hacia una amplia zona con grandes espacios vacíos, con una orografía a veces complicada. Cada cierto trecho encontraremos ciudades rodeadas de otras poblaciones más pequeñas formando una nube de puntos. Si esas zonas más pobladas no se protegen, como se protegen áreas con otras cualidades, el destino es la desertización. En otras palabras, por ejemplo, el debate ya no es si Villablino o Guardo resistirán, sino que lo es si se mantendrán Palencia y León ciudad. Como se aprecia estamos en un debate de visión de estado a largo plazo; debate en el que no parece estar presente ningún partido. Por eso los servicios técnicos de cada institución (ILDEFE, gabinete de planificación de la diputación …) deben pronunciarse, ganar visibilidad. Este debate supera con mucho si el cabeza de lista de un partido será fulano o perantana. Es el futuro de todos lo que tenemos que intentar arreglar. Si las cosas terminan por ir bien, algo nos llegará a cada uno de los que aquí vivimos.

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