domingo, 6 de octubre de 2013

El Descuido del Patrimonio en León Ciudad

Aprovechando estas fiestas he querido dar una vuelta por las parroquias más antiguas de la ciudad de León. No ha sido por un interés religioso -que no tengo aunque lo respeto-, sino por intentar ver estos edificios por dentro, labor sumamente difícil para quienes tenemos un horario laboral extenso y partido. Confieso antes de nada mi preferencia por lo más antiguo, que suele ser lo más raro y singular, y en consecuencia valioso. Por eso considero todo lo medieval y especialmente altomedieval de mucho más valor que lo posterior, sin que esto conlleve desprecio. Simplemente pienso que el adocenamiento resta valor a las cosas. En primer lugar acudí a la iglesia de Santa María del Mercado, un edificio que se arruinó tras sus orígenes románicos y que fue reconstruido en diversas etapas. Esa superposición de estilos le da un aspecto algo desaliñado y hace que se le preste poca atención. Sin embargo una visita pormenorizada permite ver varias cosas que se salen de lo común en cualquier otra iglesia de la ciudad. La primera es el conjunto de rejas románicas, diez en total, que cubren todas las ventanas menos una de esa época. Dudo mucho que se pueda ver algo parecido en demasiados lugares de España. Los muros de la iglesia relatan una historia agitada de ruinas y reconstrucciones. Su portada románica aún sobrevive, pero escondida tras las puertas de entrada y oculta en parte tras el pastiche que se añadió en el Siglo XVI y el XVIII. Incluso cuenta con un camarín, tras el altar mayor, completamente pintado. Si bien es cierto que son pinturas de escasa calidad y del XVIII, no es menos cierto que están perfectamente conservadas y que son muy curiosas. Nada de esto se puede apreciar sin una explicación previa y sin que se abra la iglesia, pero lo normal es encontrarla cerrada a cal y canto, y que casi nadie sepa contarte más allá de cuatro obviedades. Después estuve en la iglesia de San Martín, un auténtico fortín inexpugnable porque me di cuenta de que era la primera vez en mi vida que conseguía entrar allí en un momento que permitiese apreciarla. Lo que más me llamó la atención es el conjunto de tres ventanales góticos -o quizás románicos muy tardíos- tras el altar, un conjunto del que no conozco réplica por aquí cerca. Me recuerda algo a unas ruinas en la ciudad de Orense o al ábside de una iglesia de Oporto. En resumen: una rareza. Es posible que correspondan a la época de construcción de la Catedral. Nada de eso está indicado en el lugar. Nada se explica en ningún cartel de la historia de esta antiquísima parroquia, esencial para entender los orígenes del famoso Barrio Húmedo. Luego intenté visitar Santa Ana, la única edificación que podría haber sido sinagoga en la ciudad y que luce unas pinturas góticas interesantísimas. Sin embargo la entrada a Santa Ana es tarea para héroes, así que no lo conseguí, por lo que me conformé con los recuerdos de un funeral de hace 6 años, cuando, con no poca sorpresa por mi parte, observé lo que allí se guardaba. Si se quiere obtener información sobre ella en el entorno próximo es imposible. No es ya que no existan carteles; es que nadie sabe orientarte sobre nada. Me queda una parroquia fundamental, la de Palat del Rey, que es sin duda la de contenido más valioso, sobre todo si alguien te lo explica. Palat conserva una cúpula de gallones grande del Siglo X, un prodigio de la protoingeniería de la época, de los jefes de obra que sólo sabían llenar de columnas los espacios cubiertos con techos de piedra. Roma y Constantinopla eran otra cosa, pero quedaban lejillos. Aquí se hizo lo más lujoso y avanzado del momento porque fue el primer panteón de los reyes de León. La cúpula que cubrió los restos de lo monarcas sigue ahí mil años después, pero las guías del lugar, quienes, por cierto, son muy atentas, no le dan prioridad, aunque sea una de las tres o cuatro edificaciones más valiosas de la ciudad. Una capilla palatina del Siglo X, con cúpula, y nadie te lo explica como se merece. Asombroso. En definitiva, esta ciudad necesita un replanteamiento de cómo vender su historia y lo que ésta dejó. Sin desmerecer a las ciudades del entorno, no existe un conjunto tan complejo –por la amplitud temporal en que se edificó- y valioso –por el valor intrínseco de cada obra- en ningún lugar. No es ya la importancia de Palat, San Isidoro, la Catedral, la muralla o San Marcos. Es que la segunda línea monumental es interesantísima y además el área metropolitana está salpicada de detalles singulares: la ventana trífora del Conde, el vanguardismo de La Virgen del camino, el conjunto modernista del Ensanche, el paseo de Las Cercas, Marialba, Escalada, Sandoval … León tiene que poner en valor todo esto con guías apasionados que permitan visitar y saber. No podemos seguir perdiendo el tiempo haciendo lo de siempre: cuatro ferias, dos folletos y ya está. Esta ciudad necesita en turismo gestión y pasión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué pena lo que usted nos cuenta. Quizas una buena opcion para tener a guias apasionados y que tengan buenos conocimientos seria relacionarse con estudiantes (en el campo del arte, arquitectura, etc) voluntarios que pudieran tener acceso a dichos edificios, recoger datos y después organizar visitas los fines de semana/dias feriados o durante las vacaciones escolares. De hecho en Francia tenemos una asociacion a nivel nacional que asi permite que se descubran todo tipo de patrimonio religioso mediante visitas gratuitas. Los chicos aprenden, los visitantes y turistas también. Mientras no le cuesta nada a la administracion publica ni a la Iglesia. Bueno, quizas se pueda sacar algo de nuestra experiencia de por aqui.
Cordialmente.
Una lectora de Aix en Provence