viernes, 24 de enero de 2014

LA TRINCHERA DEL PODER

En las últimas semanas hemos escuchado cómo miembros de distintas formaciones políticas hacían críticas acerca de las manifestaciones de ciudadanos en la calle, en protesta por diversos motivos: la reconstrucción de una avenida en Burgos, la atención sanitaria, los recortes en educación ... El discurso de los políticos ha girado en torno a la intolerabilidad de una expresión popular que consideran violenta e injustificada. No creo que valga la pena entrar en el detalle de cada uno de los casos porque la relación causa-efecto viene a ser común a todos. Asombra que en las ruedas de prensa que celebran los políticos, hablando de estas cosas en tono crítico, no se realice un análisis en profundidad de por qué está pasando todo esto y con creciente frecuencia. Hace pocos años no se percibía un estado de agitación social similar. ¿Tanto ha cambiado la población española en tan poco tiempo? ¿Qué es lo que ha cambiado? Los españoles forman un conjunto con clara predominancia de las clases medias. Mientras los niveles de renta han ido progresando y el bienestar alcanzaba cotas razonables y comparables con el resto de Europa, la tranquilidad general y la tolerancia con situaciones poco claras entre los políticos han sido moneda de cambio habitual. Sin embargo en los últimos seis años la calidad de vida de este enorme sector social medio se ha visto fuertemente erosionada. Se realizaron notorios ajustes en los servicios públicos, plantillas y salarios, mientras a los políticos no les alcanzaban los recortes correspondientes a esa situación de crisis. Han vivido en una burbuja, aislados de la sociedad y la economía real, pensando que la tolerancia pública a las actuaciones poco regulares era la misma. Por añadidura la larguísima crisis ha hecho que una clase media con segmentos de población crecientemente culta haya analizado la situación hasta llegar a comprender la raíz de los vicios que aquejan a esta sociedad. La indignación se ha adueñado de la población: existe una clara colusión de intereses entre las cúpulas de los partidos y los jefes de las grandes empresas para beneficiarse aún más con la crisis general a costa de todos. Sin embargo hay quien se atreve hablar de la “violencia intolerable” de Sol o de Gamonal. Intolerable y violento es que haya una cohorte de aprovechados apostados tras trincheras legales viejas o nuevas hechas a medida mientras el nivel de vida del común cae sin fin. Y si no cambian de actitud y ejecutoria las consecuencias pueden ser ...

1 comentario:

Carmen dijo...

Hola Javier creo que las manifestaciones sociales siempre que sean pacíficas son un derecho. Ahora bien, qué pasa en una sociedad donde todo lo que vemos,no llega nunca a la justicia? Acá tenemos personas, imputadas, llamadas a declarar, que pertenecen/pertenecieron a empresas que han hecho fraude, o están inmersas en procesos de corrupción, o han cobrado sueldos que son millonarios, en entidades que han estafado,......y así podríamos seguir hasta el infinito.¿Cuál es la responsabilidad de esas personas ante el ciudadano? Los seguimos viendo en los periódicos, que nada ha cambiado en sus vidas. La mayoría de ellos mantienen su puesto de trabajo/político, y su tren de vida.¿Qué puede hacer el ciudadano común?