jueves, 2 de enero de 2014

LOS RECORTES Y LOS CIUDADANOS

Se habla hasta el agotamiento de los recortes sociales que el conjunto de instituciones del Estado está aplicando sobre los servicios públicos. Al mismo tiempo estamos viendo cómo los políticos no han aplicado sobre sus puestos de representación y los de libre designación el mismo rigor para el ahorro. El último capítulo de este ya largo relato de medidas dañinas para el ciudadano ha sido el descubrimiento de que las compañías eléctricas han estado utilizando, en connivencia con las instituciones gubernamentales, un sistema de fijación de precios abusivo. Cuestiones como las citadas afectan al diseño mismo de la estructura social y económica de este país. Por ejemplo, que se recorte calidad de vida por la vía de retirar ingresos (los servicios públicos son ingresos familiares, al igual que los salarios), mientras no se incementa la fiscalidad para las grandes fortunas y las grandes empresas, conduce a una polarización de la riqueza en capas más reducidas y a la extensión de la pobreza, así como a una degradación a medio plazo de la seguridad pública, uno de los estatus más preciados de la vieja Europa. Que se permita la incorporación de políticos recién salidos de lo público en los consejos de administración de las grandes empresas ahonda en la complicidad entre los partidos políticos, las élites económicas y las grandes empresas en este proceso que implica degradación social. Por esta razón es necesario que los ciudadanos hagamos un diagnóstico correcto del enfermo si no queremos vernos envueltos definitivamente en esta espiral. La única herramienta de intervención inmediata en la situación se encuentra en las medidas correctoras que puedan tomar los partidos. Pero estos colectivos están propiciando los recortes porque el sistema de selección interna de los candidatos se hace mediante el “trabajo” de pasillo y pacto, no mediante el del mérito. Eso explica la pléyade de mediocres que atestan las primeras líneas de la partitocracia reinante. Un intelectual no tiene actualmente ninguna posibilidad de llegar a la cúpula de un partido. Sólo los tacticistas pueden hacerlo; gente que no ha leído un informe o un estudio, en su vida; individuos que no han salido de las ubres del partido. En conclusión, si hay una oportunidad de cambiar esta trayectoria destructiva es cambiando la ley electoral; no importa cómo, no es ese el debate porque resulta sumamente urgente. Sólo así se puede remover la turba de ineptos que nos conducen a todos al abismo económico y social.

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