jueves, 9 de enero de 2014

LEÓN Y LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

El plan desplegado por el frente nacionalista en Cataluña se está encontrando sin respuesta en sus contrapartes, lo que carece de explicación lógica. La discusión se enmaraña en argumentos más ligados a la querencia que a las razones de un estado moderno. Y no es que lo sentimental carezca de legitimidad, puesto que los ciudadanos, como seres humanos, integramos emociones que poco tienen que ver con lo cartesiano. La cuestión es que si queremos anteponer la igualdad de los catalanes con los leoneses a otras razones, lo subjetivo pasa a un segundo plano. Además, en todo caso, Cataluña no ha sido una personalidad política hasta el Siglo XIX, mientras que León es sujeto histórico desde 910, así que de fundamentos no van sobrados. Pero no nos perdamos en esas veredas, que son tránsitos para otro debate, no menos importante para los leoneses. El problema que hace de la cuestión catalana un tema confuso es que se mezclan dos argumentos de fondo. En primer lugar está el que afecta a la posible independencia de una parte del territorio español. Para los que pensamos que nada se nos perdió en mantener a ultranza la unidad de España, la independencia es una salida más –mediante un cambio en la Constitución-. Sin duda una posible secesión supondría una pérdida de riqueza y de nivel de vida para ambas partes: Cataluña y el resto de España. Pero, llegado este caso, el problema económico catalán sería su problema, no el nuestro. Para los leoneses lo lógico sería pedir compensaciones económicas por ese daño, provocado por otros. Por otro lado está el debate sobre la posibilidad de dar a Cataluña un estatus especial: esa es la tesis del PSOE. Se trata otra vez de evitar una secesión como sea. Como leonés estoy en absoluto desacuerdo, ya que lo que esconde esa propuesta es tratar con ventaja económica a una parte de los ciudadanos, que viven en un determinado territorio, a costa de perjudicarnos. Si el plan es ése, que se vayan y cerremos el debate de una vez. Y con todo esto aflora un problema de fondo: los no catalanes carecemos de interlocutores que defiendan nuestros intereses como contraparte. ¿Quién defiende los intereses de León en este proceso? El gobierno permanece pasivo y el principal partido de la oposición sigue doblando la rodilla ante el nacionalismo más ruidoso dejando los derechos universales de los ciudadanos en el desván de los olvidos. Es lamentable que una vez más los partidos leonesistas no tengan ni voz ni un planteamiento propio. Así nos va.

No hay comentarios: