jueves, 13 de febrero de 2014

LEONESISMO: 1984

La Unión del Pueblo Leonés quiere celebrar los treinta años de la manifestación más multitudinaria que se recuerda en León: la que reclamaba la autonomía al margen de Castilla. Sin duda se trata de una idea nueva y posiblemente positiva, si los convocantes utilizan la ocasión para renovar a fondo lo que ha sido la pasiva ejecutoria del leonesismo político durante los últimos años. En nuestra provincia se ha consolidado un leonesismo social que forma parte de la normalidad, situación bastante reciente que hace que algunos la confundan con poca presencia. Sin embargo los ramos de Navidad, las concentraciones de pendones, las recreaciones históricas, la recuperación de los filandones y las tradiciones musicales eran cosa para el curioseo hace diez años. Hoy están omnipresentes. Hablar de los intereses de León, de su cultura y sus tradiciones entra dentro de la rutina diaria. Ese es el logro del leonesismo de calle, el que hacen los ciudadanos todos los días. Por el contrario, el leonesismo político se ha caracterizado por su ausencia. Ni ha estado en el debate sobre la minería, ni en el del aeropuerto, ni en el del AVE, ni en el desplome industrial del Bierzo, ni en la reivindicación de la autovía Ponferrada-Monforte, ni en la de la León-Braganza, ni en los problemas de los túneles de Pajares, ni … Es decir, que sí ha estado, pero como uno que pasaba por allí. Quizás por eso lo más importante que pueda celebrar es la manifestación de 1984, aunque aquello surgió más del leonesismo que devino después en social, que de otra cosa. Del leonesismo político se espera criterio, opinión fundada, acción política, pedagogía, convicción, objetivos claros y autenticidad. La UPL salida del último congreso tiene poco de renovada. Por lo que se sabe, quienes mandan ya estaban en su mayor parte, pero nunca se les oyó elevar la voz para decir nada sustantivo. Nadie debe extrañarse de la desconfianza que suscitan. Parecen abogados en torno al comedero de las listas. Ya veremos si dan para algo más que cuatro conferencias sobre historia y una propuesta para rememorar algo de hace 30 años que no consiguió, al menos por ahora, lo que pretendía. A mí, de momento, me recuerda a Villalar. Quiero creer que los promotores son capaces de algo más que lo visto hasta ahora, capaces de hacer un programa de gobierno, capaces de marcar la dirección en la que avanzar hacia una sociedad más próspera, porque es en esa reivindicación de la autonomía en la que al final creemos todos. Y si no ¿autonomía para qué?

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