jueves, 26 de noviembre de 2015

CARBÓN Y PAÑOS CALIENTES

El gobierno central ha declarado en los últimos días que habría que hacer nuevos esfuerzos por compensar a las cuencas mineras. La cuestión llega cuando termina la legislatura, con las elecciones generales a poco más de un mes vista y con las comarcas mineras en un estado de desplome económico y demográfico que hace difícil de creer en el éxito de cualquier plan. Cuando llegó el gobierno de Mariano Rajoy, en enero de 2012, había 5604 cotizantes a la seguridad social pertenecientes al régimen especial de la minería del carbón en toda España. En octubre de este año quedaban 3684, por lo que se produjo un descenso del 35% en solo 4 años. Son unos resultados muy abultados para que el gobierno no fuese consciente de la situación. De 1797 a 865 cotizantes fue el descenso experimentado en León, que se llevó la peor parte en este cuatrienio: la mitad de la pérdida total Se puede argumentar que este sector es pequeño. Sin embargo hay que saber que el personal que atiende los cielos abiertos, las subcontratas de vigilantes, de mantenimientos, de reparación, de repuestos y suministros varios, reúne a varios miles de empleados más y están parados. La caída del carbón en León ha arrastrado a varios miles de trabajadores al desempleo. Eso explica la aguda crisis tanto en la cabecera de León como en la de Ponferrada. Pero no es eso el final, sino que se habla abiertamente del cierre de la central térmica de Anllares y del de dos grupos térmicos: uno en La Robla y otro en Compostilla. En consecuencia estamos ante la liquidación de un sector. Si no hay quien compre el carbón, no hay mina. Las centrales térmicas dejaron de comprar y el gobierno no forzó el consumo fijado en los acuerdos. Una vez cerradas las minas, que no pueden vivir sin facturar su producción, se justifica el cierre de las térmicas porque no hay minas. Y el gobierno dice que no se había dado cuenta. ¿Será que los diputados y senadores populares ni ven, ni saben, ni entienden, ni transmiten? Que la vicepresidenta diga que hay que tener un plan alternativo para las cuencas a estas alturas de la legislatura parece una burla. Que en la comunidad europea se contemple ahora el carbón como una reserva estratégica de energía autóctona y que el gobierno no haya sido capaz de sostener para ello un sector con 6000 mineros, parece una broma de mal gusto. Y que se utilice este drama laboral y humano para acudir a las elecciones con algo que ofrecer parece una tomadura de pelo. A lo mejor se prefiere depender del suministro de hidrocarburos de países inestables. Alguien sabrá agradecerlo.

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