viernes, 15 de septiembre de 2017

INCENDIOS Y REGIONES

Este verano se reaviva el problema anual de los incendios. Es un hecho que el noroeste de la Península Ibérica es la zona más afectada de forma sistemática. De hecho en Galicia y en León tienen lugar algunos de los peores incendios cada año. ¿Qué causas son claves de este fenómeno? Las grandes extensiones de bosque en Galicia y León están estrechamente ligadas a los fenómenos de comunalidad, de propiedad en común de las personas que viven en el campo. En León existe una organización peculiar del sistema de poblamiento: una ocupación del territorio basada en aldeas con iglesia, cementerio y órganos de gobierno propios. Dentro de esa estructura poblacional, que se extiende desde más allá de Valdeorras -en Galicia- hasta el río Cea -en el borde de la provincia leonesa- casi la mitad del suelo es propiedad de los concejos, hoy devenidos en juntas vecinales. Muchas de esas fincas, propiedad del común de los vecinos del pueblo, son hoy bosques. Sin embargo la falta de adecuación de las normativas autonómicas a esa realidad ha provocado un progresivo distanciamiento entre la explotación de los bosques y los habitantes de los pueblos. Antes de que las leyes autonómicas interfiriesen en la gestión del monte comunal, los propios vecinos limpiaban y ordenaban el monte. Los particulares y el común percibían beneficios, por lo que se implicaban en el mantenimiento de la masa forestal. Un incendiario habría sido denunciado. La actuación de la Junta de Castilla y León ha destruido buena parte de esos vínculos y hoy los montes van por un camino y los paisanos por otro. Eso explica la existencia de incendiarios y de una densa red de silencios que les encubren. En Galicia, más allá de Valdeorras, no existen los concejos. El sistema de ocupación del territorio se basa en parroquias, iglesias que actúan como centros de organización de 3, 10 o 20 entidades de población. En torno a la parroquia existía un grupo de cofrades que mantenían y gestionaban los montes en común. Esa figura se oficializó con las juntas de montes creadas desde el ente autonómico. El proceso de desconexión ha sido similar. La multiplicación de incendios en el noroeste es un síntoma más de cómo la administración no ha respetado las estructuras tradicionales, que habían funcionado bien. La intervención de estas relaciones entre los vecinos y la propiedad colectiva da resultados malos y contribuye a explicar en parte el proceso de despoblación rural. La Junta de Castilla y León debe tomar nota al respecto. La Ley de Montes falla en León y Zamora porque no respeta la tradicional estructura concejil.

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