miércoles, 15 de diciembre de 2010

Élite Profesional y Globalización

La batalla de los controladores aéreos españoles por preservar sus condiciones laborales se puede considerar un episodio más dentro de una tendencia general. En este caso destaca por tratarse de un colectivo reducido que disfruta de enormes privilegios a causa de la inanidad de sus contranegociadores durante años. Eso ha inflado sus prebendas, pero en otro orden de cosas el trasfondo del conflicto se reproduce en otros casos.
La evolución de la sociedad española en los últimos decenios ha sido espectacular. Los niveles formativos de las clases medias han alcanzado los de las naciones desarrolladas. Hace veinte años disponer de ciertos conocimientos de control aéreo, conducción de trenes, medicina general, control alimentario, … situaba en la élite formativa. Hoy, mal que le pese a la mayoría de grupos profesionales, no es así. El acceso al conocimiento es fácil y numerosas personas con talento acceden a estas disciplinas, con y sin título académico, haciendo tambalear la jerarquía social establecida hasta ahora.
No es raro que pacientes pongan en tela de juicio con sólidos argumentos el diagnóstico de un médico. No es infrecuente que jóvenes emitan opiniones técnicas bastante fundadas sobre aviones, instrumentos musicales, arquitectura, historia, estrategia o cualquier otra vertiente considerada de estatus superior por nuestros padres. En definitiva, el conocimiento se ha banalizado.
En la misma medida que la información se vulgariza en los países desarrollados, el abanico salarial se reduce. Los técnicos acceden a su puesto de trabajo con remuneraciones menos diferenciadas respecto al resto del mercado laboral. En ese escenario no es difícil anticipar el descenso salarial de colectivos que ahora resultan sobrerremunerados como controladores aéreos, pilotos de avión, conductores de trenes, … siguiendo la senda que ya han recorrido médicos, empleados de banca, etc, cada uno en su medida.
España se aproxima a modelos de los países más norteños. En consecuencia esos colectivos sólo pueden esperar un ascenso de sus salarios a partir de ahora como acompañamiento al propio progreso económico de nuestro país.

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