miércoles, 3 de agosto de 2011

El Mal Ejemplo de la Diputación

Los primeros pasos de la Diputación Provincial Leonesa en este mandato han deparado un ramillete de sucesos lamentables. Conviene racionalizar lo que ha pasado en un momento, en el que algunos ponen en entredicho el futuro de estas instituciones. Sólo así podremos formar una opinión sólida sobre la discutida idoneidad futura de la diputación.
El equipo de gobierno está encabezado por una concejala de la ciudad de León. Sin embargo las diputaciones tienen como deber atender las necesidades de las poblaciones con menos de 20.000 habitantes. Se trata por tanto de un sinsentido. En segundo lugar, el grupo popular se ha subido los salarios, empezando por el de la presidencia, que lo ha hecho abultadamente. Resulta un disparate subir las remuneraciones en plena crisis económica, cuando los empleados públicos han sufrido primero un recorte y luego una congelación.
Pero los grupos de oposición tampoco han dado ejemplo. Los socialistas colocaron a un concejal de León y a otra de San Andrés del Rabanedo –barrio de León que cuenta con 32.000 habitantes-, a los que concedió sus únicas remuneraciones fijas. En otras palabras, además de perder diputados, potencian a concejales de grandes poblaciones: otro disparate. Para rematar la faena la UPL hace diputado a alguien de un municipio -en realidad un barrio de León-, que está a punto de rebasar los 20.000 habitantes: un dislate más.
Como se aprecia, no se trata de decisiones individuales, sino de posiciones de partido, de lo que se induce que son éstos el problema. En consecuencia, cuando se plantea que las diputaciones son nidos de caciquismo, que no saben cumplir su función o que han perdido sentido es cierto. Pero la causa no es la institución, sino la voracidad de los partidos que las convierte en herramientas a su servicio. Limítese pues el poder de los partidos en ellas.
Las diputaciones están de actualidad; son más necesarias que nunca para las amplias zonas rurales que se desertizan y pierden servicios públicos. Por eso hay que transformarlas en órganos técnicos, como las universidades, cuando se acometa la reforma constitucional que no tardará en llegar.

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