domingo, 18 de septiembre de 2016

LEÓN Y LAS CASCADAS

Uno de los aspectos más relevantes que definen la identidad de lo leonés es el medio físico. León se encuentra en el mayor punto de surgencia de aguas dulces del interior peninsular. Por esa razón nacen aquí el tercer y el cuarto río por aportaciones hídricas anuales: el Sil y el Esla. Los ríos de León discurren por zonas altas, por sus trayectos más abruptos. Eso supone que existen numerosos desniveles que el agua salva creando rincones muy bellos y silvestres; también obras humanas de aprovechamiento hidráulico de notable espectacularidad. Lo curioso del caso es que no se está aprovechando esta oportunidad para atraer a los visitantes en nuestras comarcas. Un ejemplo del enorme impacto que tienen estos accidentes orográficos en el turismo es la famosa cascada de Nocedo, que puede ser uno de los atractivos más visitados de la provincia de León; un motivo más para ir a La Vecilla, a una comarca bastante olvidada por lo demás. Si trasladásemos ese efecto a otras comarcas, como las mineras, los males serían menos. Este fin de semana visité tres hermosísimas cascadas. Las tres son accesibles tras un brevísimo tramo a pie y se pueden recomendar a todos los públicos si se adecenta el acceso hasta el pie del chorro de agua. La primera es la de Vivero, en los confines de Omaña. Se encuentra a unos 100 metros del pueblo. Es una hermosura fácil de disfrutar, pero habría que mejorar el acceso e indicar a los visitantes dónde está con indicadores. Otro tanto se puede decir de la cascada de Los Bayos, que se puede disfrutar desde la carretera que baja a Villablino. Faltan indicadores y accesos a este atractivo natural, así como lugar donde aparcar el coche. Otra más es la de Lumajo, que sufre los mismos problemas: falta de indicadores, de accesos fáciles y limpios a pie y un lugar para aparcar coches. En la misma zona, las vistas desde el Puente de las Palomas, entre Babia y Omaña, no se indican ni recomiendan. Pongo estos ejemplos porque se puede reclamar a Europa, a Madrid o a quien sea ayudas, pero si los propios leoneses no valorizamos los muchos atractivos del lugar en el que vivimos, vamos mal orientados. Los primeros que debemos movilizar y visibilizar nuestros recursos somos los leoneses, sin que esto exima a las administraciones de sus deberes. Pero si no apreciamos lo propio ¿en qué vamos a invertir las ayudas? ¿Para qué reclamamos? He hablado en alguna ocasión de habilitar para el turismo miradores en las comarcas más llanas. Las zonas de montaña deben mostrar sus secretos, que son su oportunidad. Si lo logramos, hay una esperanza para nuestros pueblos.

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