domingo, 18 de septiembre de 2016

MALLORCA Y LEÓN

MALLORCA Y LEÓN Según los datos de población activa ocupada que tabulo cada tercer trimestre, Baleares es la zona española líder en creación de empleo de los últimos 30 años. Y la masa laboral siguió multiplicándose llamativamente en lo que va de siglo. No he resistido la tentación de comparar lo que allí se ve con lo que se visualiza en León. La primera observación es que en Mallorca no hay camiones en las carreteras, al contrario de lo que pasa en León. Es tan marcada la ausencia que uno no se da cuenta si no tiene una mirada economicista sobre los lugares que visita. Eso tiene una explicación: el valor añadido bruto de la industria en las Baleares supone un 7% sobre el total aproximadamente. La media española está sobre el 22% y León ronda el 20%. Los datos confirman que las Baleares crecen a base de una economía de servicios, puesto que la actividad agrícola es también reducida. De las otras lecturas que el panorama mallorquín permite hay dos que quiero resaltar: apoyar un modelo de crecimiento basado en el turismo tiene un gran recorrido al alza en un país con sol y temperaturas cálidas. La otra conclusión es menos agradable: la locomotora del empleo en España, el ejemplo a seguir de Rajoy, es una economía de camareros. Y ser camarero es muy digno -más si te remuneran bien, como allí-, pero sitúa a los países fuera del desarrollo tecnológico y del conocimiento. En otras palabras, como algo afecte al turismo balear, no habrá alternativa laboral. Otra de las evidencias llamativas es que hay una baja presencia del sector público. Hasta las Cuevas del Drach son de propiedad privada. Cierto es que funciona bastante bien, pero no es menos cierto, por ejemplo, que la ausencia de productos autóctonos con sello de calidad resulta sorprendente. Ni el pan mallorquin, ni los camaiots, ni… Sólo el queso de Mahón, las ensaimadas y la sobrasada son objeto de una limitada promoción. Queda claro que la iniciativa privada no funciona en ese campo sin soporte público. Esa es una de las causas de que no se produzcan alimentos en cantidades apreciables, de que todo llegue de fuera. Hasta el sistema eléctrico es deficitario y se complementa desde la Península. El desierto industrial se oculta tras la historia de éxito del turismo. Así, se deduce que el papel de la política industrial, en manos de las instituciones públicas, es fundamental. También el papel promocional, como el de la Diputación con los alimentos de León. En definitiva, una lección de este viaje es que sería importante configurar un plan industrial y promocional para León sin descartar el turismo.

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